DE CALLE

Culpables de la tragedia

Un año después de la dana ya sabemos que la responsabilidad de la tragedia la comparten Mazón y Sánchez

Jueves, 30 de octubre 2025, 06:00

Un año después de la tragedia queda claro que la responsabilidad por las muertes de la dana es compartida por el Gobierno de Pedro Sánchez ... y el de Carlos Mazón.

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La mayoría de los fallecimientos registrados el 29 de octubre de 2024 en Valencia no se habrían producido si Teresa Ribera, entonces ministra ultraecologista de Transición Ecológica, no hubiera decidido paralizar el proyecto de acondicionamiento del barranco el Poyo porque, según ella, no había dinero para las obras y además los trabajos podían molestar a los patos u otras especies ribereñas.

Ribera, premiada por Sánchez con el puestazo de vicepresidenta primera y comisaria de Competencia de la Comisión Europea, tendrá siempre sobre su conciencia que su decisión permitió que murieran ahogados 237 ciudadanos por ahorrar 228 millones de euros.

También falló la Confederación Hidrográfica del Tajo, controlada por el Gobierno de Pedro Sánchez, que en los momentos cruciales tardó una hora en comunicar a la Generalidad valenciana la brutal crecida del barranco asesino, y además lo hizo por email, que no parece lo más urgente ni rápido.

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Y, por supuesto, una parte muy importante de la responsabilidad por la catástrofe la tiene Mazón, que no solo no estaba donde debía estar a la hora de la catástrofe sino que ha dado tantas versiones sobre lo que hizo en las horas críticas de la riada que ha perdido toda credibilidad. No le vale con haber cesado a su consejera Nuria Montes, que estaba al frente del centro de emergencias sin tener ni idea del asunto, porque él es responsable de haberla nombrado. Si a eso le sumamos el agujero negro de la comida y la larguísima sobremesa en El Ventorro, su continuidad al frente del Ejecutivo valenciano resulta insostenible.

Que Alberto Núñez Feijóo no le haya forzado a marcharse a su casa es un error garrafal de estrategia política, una señal de falta de arrojo político y seguramente una de las causas de que el PP no acabe de arrasar en las encuestas.

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Y, finalmente, Sánchez tiene buena parte de la culpa de lo que ocurrió en Valencia como supremo responsable de no acometer las obras del barranco del Poyo, por nombrar a una radical como Ribera para un puesto que le caía grande y por quedarse de brazos cruzados durante el desastre. Aquella frase suya de «si quieren ayuda, que la pidan» debería perseguirle hasta la tumba, aunque tratándose de un fatuo como Sánchez, seguro que en el futuro negará haberla pronunciado. Deberían haber declarado la emergencia catastrófica, pero ni Mazón lo pidió ni Sánchez quería asumir esa responsabilidad. Prefirió que el presidente de la Generalidad se cociera en su propio jugo en lugar de pensar en salvar vidas y enseres.

De la situación actual de los afectados, de la lenta marcha de los trabajos de restauración, de que no se haya acometido la recanalización del barranco, de la tardanza en el pago de las ayudas y de la descoordinación entre Generalidad y Gobierno son responsables ambos, Sánchez y Mazón. Por algo ninguno de los dos puede salir a la calle en Valencia a pecho descubierto, porque su sola presencia provoca indignación.

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Así que en esta tragedia el único que ha estado en su lugar, y lo volvió a demostrar ayer, ha sido el rey Felipe VI, que no solo supo mostrar empatía con las víctimas sino que puso el dedo en la llaga cuando avisó de que ahora lo importante es que todos pongan de su parte para impedir que la tragedia se vuelva a repetir. Un rey que está en su papel junto a políticos que no asumen responsabilidades ni tienen la menor sensibilidad con los administrados.

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