CUADERNO DE DUDAS

Dos rombos

Puestos a rescatar esos entrañables vestigios del pasado remoto de nuestra infancia, pienso que no estaría mal recuperar aquellos rombos que los televisores en blanco y negro colocaban en el ángulo superior derecho para indicar que ciertos programas podrían herir la sensibilidad del espectador, su ética, su urbanidad, o la moralidad a consecuencia del contenido que iba a emitirse a continuación.

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Se colocaba un rombo cuando la cosa no parecía muy grave y dos cuando pasaba de castaño oscuro. Solían aparecer, por ejemplo, en películas aliñadas con tórridas escenas de sexo, en programas con contenido violento o agresivo o en debates de adultos donde el tema a tratar pudiera ser más explícito de lo aconsejable para según los ojos y oídos más vulnerables.

Obviamente a estas alturas los dos rombos solo tendrían sentido cuando se tratasen de emitir debates en el Congreso de los Diputados, que es donde la cosa se pone heavy y se nos escupe sin previo aviso y a mansalva lo más perverso y dañino que puede ofrecerse en la televisión actual a los desprevenidos espectadores que aprietan el mando a distancia creyendo que van a entretenerse o informarse con algún programa de interés.

Lo que les cae sin embargo de improviso es una infame bronca en directo donde unos cuantos señores elegidos por todos nosotros y supuestamente respetables, distinguidos y cultivados comienzan a soltar por la boca los insultos más procaces y las descalificaciones más obscenas, mientras gritan y arman follón golpeando la mesa, pataleando el suelo, o haciéndose unos a otros gestos obscenos que dan mucha vergüenza ajena. Gente de traje y corbata, aparentemente respetable, pero en su inmensa mayoría demostrando la misma educación que pudieran tener los gorilas de un zoo y que efectivamente aparecen en el televisor a horas diurnas, cuando adultos y menos adultos, pudieran salir trastornados ante la lluvia de basura que desde el televisor le están arrojando por toda la cara por parte de quien debería dar ejemplo. Podríamos reservar un solo rombo para que televisión nos advirtiese al comienzo de los noticieros o en alguno de los muchos espacios de tertulia política, que alguna de sus señorías ya en solitario aparecerá desparramando lo pertinente pero ya con declaraciones en solitario sin el acompañamiento posterior de los jaleos y el bullicio tabernario de costumbre de los de su bancada o de la de enfrente.

En fin, ahí les dejo la idea a quien corresponda, por si de pronto les pareciese útil.

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