CUADERNO DE DUDAS

El clamoroso penalti

Martes, 25 de noviembre 2025, 05:50

Imagínense ustedes a media mañana mientras se toman un vino acodados en la barra de su bar favorito que la próxima temporada los árbitros los ... elige el Barça o el Madrid. En este caso no pagando como hacían los primeros a Negreira, sino de acuerdo a todos los reglamentos. ¿Se imaginan algo tan absurdo, surrealista y alejado de la idea de justicia como que el equipo que más puntos hubiera conseguido la pasada temporada, tuviera derecho a elegir más cantidad de árbitros para dirigir los próximos partidos?

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Así cuando llegara el clásico, el Barça por el hecho de haber sido el último campeón, tendría por ejemplo el derecho a elegir el colegiado principal, los linieres y el juez que dirige la sala VOR mientras el Madrid como subcampeón debería contentarse con elegir el cuarto árbitro y algún otro asistente del VAR.

Obviamente, sería el momento de que estos distinguidos clubes, dirigidos por gente tan lista para los negocios, elegirían para toda la temporada aquellos colegiados que hubieran demostrado la más inquebrantable fidelidad a sus colores. Y sospecho, que nadie tendría dudas sobre hacia dónde se inclinaría la balanza en el caso de que en el último minuto se produjese algo parecido a un penalti. Cinco árbitros verían un penalti como una catedral. Los cinco que eligió el Barça. Dos estarían miopes, preciosamente los dos elegidos por el Madrid.

Pues bien, algo así de absurdo, surrealista e injusto, pero aceptado y bendecido por todos, es lo que sucede en el mundo de la política, donde unos jueces incapaces de disimular sus particulares simpatías políticas y su activismo político, son directamente elegidos por las principales formaciones políticas.

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Con todo lo más lamentable es que tanto ellos mismos como los dirigentes de los propios partidos que los han nombrado, creyendo que somos rematadamente idiotas, pretendan convencernos de que a la hora de administrar justicia son espíritus absolutamente puros e independientes, desprendidos de otros intereses que no sean los de administrar justicia como los dioses de los cielos más ecuánimes y que en ningún caso tendrán en cuenta su verdadera ideología, ese corazón progresista o conservador que todos le vemos desde bien lejos, el activismo que ejercen con tanta fidelidad y por el que fueron nombrados y a quien deben agradecer el puesto que ocupan.

Lo sorprendente es que algunos pongan esa cara de perplejidad ante ciertas decisiones frente a patadas, manos, zancadillas y una tarjeta roja tan manifiesta en el área.

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