El «sanchismo», tan fascista él, tan comunista, tan totalitario, tan amigo de terroristas y golpistas, tan de flotilla, tan antisemita, tan anticapitalista, tan marrullero, tan ... mentiroso (aquí pongamos doble o triple ración de «tan»), tan inquisidor, tan «living la vida loca», tan feminazi, tan de boquilla… En fin… El «sanchismo», estaba diciendo, a este paso de involución galopante acabará incorporando en sus arengas electorales la rotunda frase de Alfredo Landa de «yo no creo más que en Dios, en Franco y en don Santiago Bernabéu», pues es lo que les va a estos gualtrapas hagan el paripé progre que hagan. A otro perro con ese hueso. Olvídense de aquello tan felipista y rompedor en su momento de «por el cambio», que ahora sería demasiada revolución para estos hijos de Maduro, Hamas y los ayatolas… Recuerdo aquí como nota al margen la fantástica canción de «Ayatolah!» (no me toques la pirola) firmada por «Siniestro Total» en aquella España radiante y rebosante de libertad, prosperidad y risas, nada que ver con la España «sanchista», bananera, subsidiada y encabronada de hoy, trufada además de corrupción, tristeza, zulos en alquiler y bollería industrial para sobrevivir.
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Y con el tirano «sanchista» bien retratado, llego a mi María Corina Machado del alma, recién premiada con el Nobel de la Paz, aunque para cualquier demócrata hace mucho tiempo que esta mujer ya era Nobel/Marvel del Universo, pues se necesita mucho valor e integridad para enfrentarse a lo que ella, muy sola, se ha enfrentado y se enfrenta, a toda la maquinaria de la narcodictadura venezolana amparada, válgame Dios, por el Gobierno español de Pedro Sánchez y por toda esa banda de majaras que son los Pablo Iglesias, Monedero, Irene Montero y demás patulea, que diría Federico Jiménez Losantos.
Que todo el Gobierno al unísono se haya confabulado para ignorar como desprecio absoluto el Nobel a María Corina Machado, sin ni siquiera citar su nombre, y además arrastrando al rey a no felicitarla, sólo demuestra el carácter de esta España que ya es una dictadura de facto, maquillada pero una dictadura, pues deja claro y de una manera bien oficial que su Gobierno y quienes le apoyan están con el cartel de los Soles, con el narcopresidente Maduro y con quienes le sostienen, como el impresentable de Zapatero.
María Corina, Venezuela, perdonadnos. ¡Viva la libertad!.