LOCAL Y GLOBAL

A la Luna en un «Skoda»

Jueves, 4 de diciembre 2025, 05:50

Hace unos días un amigo me invitó a comer en su pueblo, Hinojosa de Duero, comarca que hacía años no visitaba, aun cuando este Abadengo ... como las vecinas Arribes son mis zonas favoritas de Salamanca, tanto por su espíritu rayano como por el indudable misterio que despliega este desierto de piedras y aguas.

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Pasamos por la zona de Cipérez, enlutada tras los incendios de este verano, por Vitigudino, por esa travesía de Lumbrales que desde siempre tanto me ha gustado, pero todo lo que vi fue desolación, nadie en la carretera, apenas actividad en el campo… Más que ir a Hinojosa, parecíamos astronautas recién llegados a la Luna. Unos Aldrin y Armstrong recorriendo en un «Skoda» nuestro particular Mar de la Tranquilidad.

Comimos muy bien en Hinojosa, compré un queso, naturalmente, dimos un paseo y oteé Portugal sin caballo y sin espada en busca, siempre, del Duero, nuestra particular fe de vida, pues todos por aquí llevamos implícito ese apellido, no sólo los pueblos que se bañan en él.

Pero fue al regreso hacia Salamanca donde sentí la verdadera soledad, la verdadera rabia, el verdadero desprecio hacia una tierra, la mía, que nunca ha sabido defender su dignidad y sí consentir la humillación. Desde el coche llegué a ver la antigua estación de ferrocarril de Lumbrales y quise ver trenes en mi mente recorriendo la línea Salamanca-Barca d´Alva. Qué rabia de todo: nadie en la carretera, nadie en los trenes desaparecidos, nadie en los pueblos, en las fincas, en las escuelas caídas, en los consultorios, en los ultramarinos…

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Pero lo del tren, una vez más, me desangró hasta Salamanca, saber de todas esas estaciones derruidas, y con ellas la supervivencia de todo un pueblo. Esto sí que ha sido un exterminio de charros a la chita callando. Felipe González nos dio la puntilla desmantelando esa línea y después nadie ha hecho nada, aunque todos dijeron que iban a hacer, que iban a reabrir, y que el ferrocarril era el futuro. Mentira tras mentira para acabar gastándose el dinero en un caminito para domingueros. Facilitar las comunicaciones o la actividad de los pueblos, nada de esto viene en las recetas políticas, salvo en las portuguesas, que siguen manteniendo abiertas contra viento y marea sus líneas, tanto la del Duero como la que llega hasta Vilar Formoso. Lo nuestro es cerrar. Por defunción. Asesinato más bien.

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