«Ley y Orden» es el título de una vieja serie de televisión (lanzada en 1988, nada menos), pero esta columna no va de policías y ladrones y sí de la importancia que cobran esas dos palabras que hoy encierran el gran problema de España: la ley y el orden. La cosa no va de incendios, de cómo apagarlos, ni va de cómo ayudar a las pobres víctimas; tampoco va de corrupción ni de la gresca entre partidos políticos, ni siquiera del asalto a la Constitución.

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Antes que todo eso, antes de la destrucción del Estado mismo -que es en lo que están los ejecutores de la izquierda y los tontos de la derecha-, está una falta creciente de ley y orden en nuestra sociedad. Y como ejemplo, un botón del amigo Feijóo, que dice que hay que crear un registro de pirómanos y ponerles una pulserita electrónica para saber por dónde andan, si en una gasolinera o al lado de un pino… Como diría mi amigo Luis, «amosnomejodas», Alberto. ¿Y si creamos otros registros con sus correspondientes pulseritas para nazis independentistas, para corruptos, para traficantes de influencias, para quienes tienen el absentismo laboral como profesión, para periodistas a sueldo de la mentira, para terroristas libres como gacelas, para políticos palmeros, para los miles que viven de las puertas giratorias (de concejal de coros y danzas a director general de algo en la Junta de Extremadura, de mindundi de Valladolid a responsable de la Protección Civil, de «pringao» a ministro, de donnadie a presidente en algún chiringuito público, como Óscar López y tantos...). En fin, que la lista de «registrados» sería larga, infinita, señor Alberto Núñez Caído del Guindo.

No se trata de registros tontos ni de palabritas del Niño Jesús, se trataría simplemente de aplicar las leyes existentes y, llegado el caso, ampliar condenas y legislar sobre nuevos delitos o circunstancias en lugar de que nuestros diputados y senadores -ustedes son el Poder Legislativo, ¿se enteran, lo entienden?- estén haciéndose fotos para las redes con la camiseta del Real Madrid. Qué falta de pudor, de vergüenza, ¡cómo para legislar estamos!

Sr. Feijóo, tome nota, es fácil: Ley y orden es lo que necesita cualquier nación seria y sólida para desarrollarse y funcionar, y no caer en el Estado fallido al que nos abocamos. Y sobre todo para que quien no guste de estar ni en la Ley ni en el orden, aprenda a estar, que la letra con sangre entra. Punto.

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