Al hilo del artículo el pasado martes en estas mismas páginas de Miguel Ángel García Mochales, «El gratis total», sobre la gratuidad del transporte público metropolitano en Castilla y León, yo también me rebelo contra esas políticas populistas y muy peligrosas, pues a ver quién es el guapo que da marcha atrás a eso el día que no se pueda sostener, que no está lejos. Que la izquierda tire nuestro dinero para recoger el voto incauto, es algo que está en su política de hacer rehenes. Pero que la derecha copie semejantes barbaridades bananeras es un sacrilegio contra la libertad, pues a mayores dispendios sociales, mayor será el número de parásitos, gente totalmente cegada por el espejismo de un «estado del bienestar» cuya mala interpretación y gestión tanto mal ha hecho en nuestras sociedades, adictas al disparate de la deuda pública.
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Pero el problema que se nos viene encima no es ciencia ficción, ya está aquí, aunque aparentemente nademos en un mar de normalidad y fútbol. Mientras viajamos gratis por la región, las listas de espera de la Sanidad se disparan y sin visos de solución, las carreteras y autovías no se mantienen, la obra pública apenas se licita, es decir, las infraestructuras no mejoran, y qué mejor ejemplo que el Hospital de Salamanca, cuyo proyecto y construcción se alargó varios lustros, por no hablar de las redes ferroviarias, destrozadas por la política y por mínimas inversiones. España se encuentra en un estado de deterioro crónico.
¿Y por qué ocurre esto? Pues elemental, querido Watson: no hay un duro, no hay presupuesto para nada que nos sean coros, danzas y bananas para el zoo. Y ustedes dirán que ahora se recauda más que nunca. Pues sí, pero hoy se tira el dinero como nunca en todo tipo de dispendios, la mayoría innecesarios y que sólo buscan tenernos entretenidos y estabulados, pues ya me dirán para qué sirve un curso sobre cómo masturbarse a partir de los 65 años. Sí, sus impuestos trabajan para ese tipo de «actividades», o para mandar un buque de la Armada para proteger a una flotilla de colgados. Para eso trabajan sus impuestos, no para trenes, ni para reparar las autovías de Salamanca a Ciudad Rodrigo y Béjar, ni para la investigación, ni para -como decía Miguel Ángel- impulsar de una santa vez una política real y efectiva de vivienda. Free Gaza. Free Begoña. Ayuso dimisión. Y fútbol, claro.
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