Iba a escribir sobre el Donald Trump que nos llama «mariconplejines» a los europeos con toda la razón, o sobre el Rey echándose en brazos del «sanchismo» y por tanto de los terroristas de Hamas «entregándole» Jerusalén a una Palestina que nunca ha existido, o puede que hubiera escrito sobre el discurso fresco de un Espinosa de los Monteros que cada vez me gusta más como buen facha que soy, además de proyanqui, sionista y súbdito de Felipe II. Iba a escribir de otra cosa, sí, pero como reza ese cartelito en algunos bares, «hoy es un gran día, verás como viene alguien y te lo jode». En mi caso, el que vino fue el director de cine Agustín Díaz Yanes, que ayer mismo se asomaba en la contraportada de «El Mundo» a propósito de su nueva película, y cuyo titular aún me tiene vomitando: «ETA aceptó cambiar balas por votos. Fue una victoria impresionante». Qué guay, Agustín. Gora los angelitos de ETA, esos hijos de la gran puta que hoy dirigen gobiernos, regiones, ayuntamientos y los cerebros de miles y miles de idiotas con derecho a voto. Balas por votos, dice el tío, y se queda tan ancho. Este siervo del socialismo (fue uno de los de la «ceja» en apoyo a José Luis Rodríguez Zapatero) debería aclarar si esos votos son democráticos o son basura manchada de sangre inocente metida en las urnas por quienes han sido víctimas de una brutal manipulación, como la ejercida durante décadas en el País Vasco y Cataluña, tanto por los terroristas como por el nacionalismo. Pero no, pierdan la esperanza: este preboste cultureta no aclara nada, es sólo un avispado director que busca explotar el filón de blanquear a ETA bajo la excusa de «contarnos» cómo fueron aquellos años de horror que aún, para algunos de nosotros —cada vez menos—, siguen abiertos en carne viva, pues sin justicia no hay fin de ETA.
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Ese titular de prensa, esa afirmación salvaje, es insidiosa, una vergüenza para quien la dice y para quien la recibe como un bofetón en su cara, como es mi caso. Equiparar asesinos desalmados con la democracia es propio de gente sin corazón ni razón, los mismos, sin duda, que se desgañitan con Gaza y que utilizan la palabra genocidio como si fuera un divertimento para progres ociosos como este Díaz Yanes. Y aquí, justo aquí, es donde estriba el principal problema: nuestra ignorancia y una nula capacidad para pensar más allá del buscador de «Google». Cero memoria y cero sensibilidad.
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