El Estado de Bienestar

La creciente desconfianza hacia las personas que ocupan cargos políticos ha venido a empeorar el panorama

Domingo, 16 de noviembre 2025, 05:50

La Fundación FOESSA, por encargo de Cáritas, acaba de publicar un largo y notable trabajo que merece la pena leer. Trasladaré al lector alguna de ... las ideas allí recogidas acerca de la situación social del Estado de Bienestar en España.

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Tras la II Guerra Mundial se implantó en la Europa liberada lo que más tarde se desarrollaría con el nombre de Estado de Bienestar (EB), una de las piezas básicas del modelo social que se quiere que sea común en la UE.

Al EB se unen hoy en España otros elementos sociales. Se trata del Tercer Actor de Acción Social (TSAS), sector con 28.000 organizaciones con actividad en 2024, de las que el 75,5% son asociaciones, el 16,7% fundaciones y el resto otro tipo de entidades. Su papel es clave en la producción de bienestar (47.412.929 intervenciones directas a personas vulnerables).

En cualquier caso, el EB ha sufrido los efectos de la crisis de 2008 (que en España han durado casi 10 años) y, entre 2019 y 2025, los efectos de varias crisis seguidas: sanitarias, migratorias y, finalmente, una guerra en Europa no concluida (2022-2025), a lo que se ha añadido la quiebra del orden mundial multilateral.

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En España existe —más que en el resto de los países europeos— desconfianza de la población hacia el sistema fiscal. Un sistema de impuestos que deja mucho que desear (basta con saber quiénes son los que pagan el IRPF). La creciente desconfianza hacia las personas que ocupan cargos políticos ha venido a empeorar el panorama. Por ello es por lo que se necesitan con urgencia unas élites políticas, a izquierda y derecha, responsables y leales a los grandes programas públicos de educación, sanidad, pensiones, dependencia, servicios sociales y prestaciones por desempleo que, al mismo tiempo, expliquen con claridad la necesidad imperativa de garantizar su financiación mediante impuestos.

El sector privado interviene en el EB mediante la oferta directa de servicios (sanidad, servicios sociales) y prestaciones monetarias (sobre todo fondos de pensiones). Además de la gestión de residencias, centros de día y servicio de ayuda a domicilio, el sector mercantil ha desarrollado una importante presencia en el sistema sanitario y, en menor medida, en el aún modesto de las pensiones. Una parte de esos servicios se pagan con dinero privado.

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Los ciudadanos no cuestionan la existencia y funcionamiento del EB. Pero no parece haber un grado de consenso similar cuando nos referimos a los recursos necesarios para financiar los bienes y servicios públicos.

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