Tiene huevos

Pedro Sánchez, lejos de convocar las elecciones anticipadas que pide Feijóo, ya ha empezado por su cuenta la campaña sin aviso

En una semana en la que la ministra Margarita Robles apareció embutida en una bomber en su visita a las Escuelas de Matacán el protagonismo ... en ropajes se lo llevó Pedro Sánchez, que desembarcó en el aeropuerto Cortissoz de Barranquilla (Colombia) presumiendo de guayabera; y terminó en camiseta negra y chaqueta vaquera presumiendo de jovenzuelo en el estudio de Radio 3 donde se recreó en unas declaraciones tan empalagosas de sus entrañables gustos musicales como absurdo fue el ataque a la tauromaquia en el Congreso unos días antes: «Se acabó usar el dinero para la Sanidad en regalos fiscales y ayudas para los toros», espetó por sus huevos… Sobre la Sanidad ya lo retrató aquí Javier Hernández en su Media Etiqueta, en las cuestiones taurinas que desprecia no está de más recordar que la única aportación que recibe el toreo del Gobierno estatal en los Presupuestos Generales son los pírricos 65.000 euros, de los que 30.000 se destinaban al Premio de Tauromaquia que apuntilló para su gloria eterna su banderillero Urtasun. El toreo es capaz de vivir sin premios y sin Pedro Sánchez.

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Lo del presidente del Gobierno de acudir a los estudios de Radio 3 para pavonearse de escuchar la cadena estatal de música de un modo muy guay debió ser un alarde como el de quien fantasea de ser un asiduo a los documentales de La 2, sin dormirse. Pedro Sánchez, lejos de convocar las elecciones anticipadas que le pide Feijóo, ya ha empezado por su cuenta la campaña sin aviso. Al parecer en esa aparición en las ondas tan bien caracterizada busca un nicho de apoyo en los votos de los jóvenes que le han dicho miran a la derecha. A Sánchez, que no entra y le cuesta pisar una plaza de toros hasta para un mitin, le deben de haber contado, entre otras cosas, que los cosos se han vuelto a llenar de jóvenes ávidos de emociones que han encontrado en la tauromaquia un torrente de sensaciones diferentes a la historia que quieren contar. Los jóvenes no son bárbaros y, como jóvenes que son, tienen ese impulso de ir en contra de lo que le quieren prohibir por sus santos huevos. No hay mejor forma de reacción. Y en esa curiosidad descubrieron un espectáculo que les engancha.

Hace seis años Sánchez publicó su Manual de Resistencia a modo de biografía bastante antes de que —con permiso del fiscal general del Estado sentando en el banquillo (debe ser chungo estudiar una carrera así y llegar a esa situación para terminar de semejante manera) y en la picota con una historia digna de escribir— lo hicieran otros ilustres en los últimos días. El rey emérito publicó sus memorias poniendo en fila de uno a quienes respiraron aliviadas por no aparecer en sus líneas. La mismísima Nadia Calviño acaba de poner negro sobre blanco con sus «Dos mil días en el Gobierno» buscando valientes para hincarle el diente. E incluso más reciente, y fuera de la política, Luis Rubiales, el expresidente de la Federación Española de Fútbol, salió con el suyo antes de que un espontáneo —que resultó ser su tío— tratara de fusilarle a base de huevos, con la crisis aviar en efervescencia y en pleno reclutamiento de aves. Tuvo valor, al precio que están los huevos. ¿Estrategia o rencor? Rubiales ya se tocó los suyos hace tres veranos para vergüenza del país celebrando el Mundial femenino abrazándose a sus genitales en pleno orgasmo triunfal en el palco del Accor Stadium de Sídney antes de bajar a estamparle el polémico «pico» a Jenni Hermoso con el que enterró su ególatra carrera. (¡«No voy a dimitir!», repitió con no poca soberbia).

Entre vestimentas, libros y huevos estuvo el juego en una semana en la que el ridículo no para. Eso sí, sirve para distraer logrando no hablar de más fechorías de esa prole que ha hecho del país su cortijo.

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