Dejen la historia en paz

Sábado, 22 de noviembre 2025, 05:50

La historia es la que es y merece ser contada de la manera más imparcial y honesta posible. Luego cada uno puede sacar sus propias ... conclusiones, opinar, contextualizar o encajarla en su forma de pensar. Pero todo el mundo merece conocer su pasado sin contaminaciones y sin ningún tipo de contorsionismo forzado del relato. Lo digo por todo el revisionismo que se ha abierto en los últimos días, coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte del dictador y del regreso a España de la monarquía. En este país, cada vez más contaminado por la polarización, los extremismos y los nacionalismos, hacemos justo al revés. Aquí lo primero es la ideología. Y en base a ella hay quien se cree con derecho a reescribirla y a imponer su visión al resto. Ni siquiera muchos de los protagonistas de aquellos años han sido tan injustos y tan vehementes, como algunos opinadores o dirigentes políticos que hemos escuchado esta semana. Ahora es muy fácil chillar, juzgar o insultar al rival político porque hay libertad. Precisamente, la que llegó con aquella transición, a la que solo se llegó a base de renuncias, de reconciliación y de hablar para llegar a acuerdos. Es penoso presenciar cómo cada vez hay menos cosas que nos unen y más que nos separan. Es un síntoma de que los que quieren romper la convivencia son cada vez más fuertes.

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Los actos de esta semana vuelven a ser una buena muestra de ello. Unos intentando resucitar la figura de Franco, para que ver si los fantasmas de la ultraderecha tapan el hedor de la corrupción. Y otros pretendiendo reivindicar un régimen que murió, como ocurrió en otros países de Europa, y que hoy sería totalmente disparatado. Y qué me dicen de la celebración de la monarquía sin el Rey Juan Carlos. Hoy lo llevan a un almuerzo privado para dar una sensación de que sí pero no.

Cada época de la historia tiene sus luces y sus sombras. Algunas son tremendamente oscuras y otras están llenas de luz. Pero todas merecen ser contadas como fueron, sin ser manoseadas o edulcoradas para que parezcan lo contrario.

Lo contó de forma magistral hace dos siglos León Tolstói en «Guerra y Paz», cuando hace referencia a la caída del todopoderoso Napoleón Bonaparte. Nos muestra la visión poliédrica de un mismo suceso. El hecho está en su derrota. De sus causas y del porqué de ese final cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Pero no puede reescribir una época con soflamas, tuits o desde mentes cuadriculadas por la militancia.

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Otros países que han sufrido también guerras o sucesos traumáticos, aprovechan este tipo de aniversarios para unir. Aquí se ha vuelto a conjugar el verbo dividir, que es el que mejor alimenta los extremos.

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