La sanidad es de todos

No deja de sorprenderme el comportamiento humano. Podemos mostrarnos tan vulnerables como exigentes en cuestión de minutos. De eso podrían hablar nuestras médicas y enfermeros, cuyo trabajo es ímprobo en Salamanca y provincia. Históricamente, los galenos han gozado de un reconocimiento social extraordinario, ganado, por otra parte, a base de trabajo y esfuerzo. Parece habérsenos olvidado cuando los consideramos héroes, allá por la pandemia, vista la exigencia y las faltas de respeto que veo muchas veces: críticas permanentes por esperas, horarios o supuestas faltas de atención y, especialmente, porque no me han recetado el medicamento que quería. Una locura, en mi opinión.

Puedo entender que acudir al médico resulte el único momento en que algunos de nuestros mayores se sientan atendidos. Un asunto que debemos abordar entre todos, sin excepción, porque no puede ser que se considere a la soledad el mal del siglo XXI. Sin embargo, eso no debe ser excusa para abusar del sistema, que lo sentimos como una obligación del Estado, cuando en realidad es un servicio público y como tal cuidarlo es cosa de todos.

Valdría con abrir el cajón del aparador de la entrada o del mueble del cuarto de baño, para encontramos media docena o hasta puede que decenas de cajas de medicamentos acumulados. Total, son gratis. La sanidad pública española es un ejemplo en medio mundo, y celebrada en el otro medio. Con sus errores, necesidades no cubiertas, faltas de rigor, en ciertos casos, que habrá que tomar en consideración, con el fin de mejorarlo. No es un sistema perfecto. Sin embargo, basta con asomar la cabeza a cualquier país de Europa, de esos que tomamos como referencia muchas veces sin sentido, para ver el privilegio con que contamos.

Hace unos días, Mañueco aseguró que ningún centro médico local de la red sanitaria existente en la Comunidad quedará sin servicio, lo que seguramente supone un esfuerzo razonable, pero el otro tenemos que hacerlo los usuarios. Esta semana se ha celebrado en Salamanca la X Reunión Científica de las Reales Academias Sanitarias de Castilla y León que ha versado sobre la automedicación y el uso excesivo y exagerado de medicamentos. Los científicos nos han lanzado un mensaje muy claro: el organismo requiere de ayuda ante enfermedades, pero no ante dolencias menores que se curan gracias al trabajo encomiable de nuestro sistema inmunológico, el mismo que se atrofia, cuando le atiborramos de antibióticos innecesarios, porque las bacterias, virus, hongos y parásitos aprenden a neutralizar a esos medicamentos agresores que los matan. El problema es nuestro, pero como siempre se lo cargamos a los sanitarios y a los políticos. Y en este caso, no es ni justo ni razonable. Hacer buen uso de los servicios públicos es una parte de ser buen ciudadano.