DESDE MI BARRIO

El papa y el pope

Hace unos días, en un encuentro con Paulinos, grandes transmisores de la fe de la iglesia católica, el papa Francisco fue duro con los medios de comunicación, muy crítico con la manera en que estos transmiten la información, lo que no es sorprendente en este papa poco convencional y demostradamente valiente a la hora de expresar sus opiniones.

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Cosa distinta es si se está o no de acuerdo con él. Apelo a la lógica, para tratar de entender la parte en que se refería a las mentiras que corren por la red, aunque no tanto con respecto a los medios, por más que sean ciertas la polarización y la situación de enfrentamiento social que vivimos.

Por otro lado, y en mi opinión en consonancia, la semana que terminaba ayer fue de particular dicha para mí -entiendo que para todos los salmantinos que quieran ver a esta ciudad en el lugar que le corresponde en el mundo, y en el mundo de la cultura en particular-, tras ocupar sus tres primeros días el VII Congreso Internacional del Español. Una cita ineludible para los amantes de la lengua y para quienes viven o vivimos por y para ella, sea en la que medida que sea. Uniendo ambos acontecimientos: resulta imprescindible una información de calidad en un momento como este cargado de incertidumbres, con conflictos permanentes en casi todos los lugares del globo y, hablando de España, con un proceso electoral a la vuelta de la esquina. Del mismo modo, el lenguaje es la primera y principal vía de transmisión de ideas, esto es, ya que estamos en dicho proceso, de idearios políticos.

Estamos a veinte días de elegir al pope que regirá los designios de la nación los siguientes cuatros años, si no hay una nueva hecatombe que lo impida o cambie el paso de lo que deberían ser legislaturas completas y eficaces. Supongo que es lo que tenemos en cabeza, cuando nos acercamos a las urnas en que cada ocasión, elegir al candidato correcto, que haga las cosas bien y empuje al país hacia el lugar donde existan las mejores oportunidades.

Decir que echamos de menos ideas y de más insultos e improperios es casi una obviedad… que no debería ser. Tal vez, un paso por las más de 450 ponencias del congreso de la lengua habría dado a los candidatos algunas ideas. Por ejemplo: lenguaje positivo como vehículo de información «limpia y de calidad», como anhelaba el papa; lenguaje no violento, como recomiendan los terapeutas en caso de relaciones complejas; lenguaje claro, sencillo y concreto, como deberían dictar las normas, para quien quiere ser entendido.

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Los próximos veinte días serán de información y lenguaje por doquier, me temo que lejos de estos parámetros. Al menos, esperemos que no se cumpla la primera de las acepciones del verbo popar, y que no sea hacernos de menos la primera de las medidas de quien habite la Moncloa, con permiso de las urnas.

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