DESDE MI BARRIO

Listos y tontos

Somos una población bastante solidaria, pero nos cuesta aceptar que existen minorías que necesitan un apoyo mayor

Tendemos a copiar cuestiones de índole menor o superficial. En fin, poco que explicar, haciendo un paseo somero por las redes sociales. Sin embargo, grandes hitos o ejemplos extraordinarios, conseguidos a base de un esfuerzo ímprobo, quedan en la alabanza y en la excusa permanentes. Quiero hacer referencia a uno de esos casos que, dado que anda por otra latitud y en una sociedad distinta, podremos archivar fácilmente en la N de nada. Se llama Hunter College. Una entidad pública educativa especializada en niños y niñas con altas capacidades, dependiente de la Universidad de Nueva York. Lo dicho, nos queda muy lejos.

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El caso de estos niños y niñas es complejo y serio. A veces, grave. Si ya es alarmante que la tasa de abandono escolar en nuestra comunidad autónoma ronde el trece por ciento, coincidiendo con la media nacional, en este colectivo anda por encima del cincuenta. Eso indica un fallo en el sistema, sin lugar a dudas. Si a eso sumamos que el cincuenta por cierto de ellos y ellas sufre acoso escolar, es cierto que muy por debajo del que sufren los discapacitados físicos integrados en los centros educativos, la situación se torna borrascosa.

Debemos detectar a ese aproximadamente dos por ciento de jóvenes con altas capacidades, para que pueda integrarse en nuestro tejido empresarial o en la propia administración. Necesitan un trato especial, no preferente. Hay que identificarlos, como primer paso, para que sus compañeros los conozcan y entiendan sus comportamientos y necesidades, y completar el ciclo con una extensión en su aprendizaje que les permita desarrollarse y no aburrirse o sentirse desmotivados hasta abandonar los estudios y comenzar a vagar por el mundo laboral: desperdicio de un talento único que se diluye, básicamente, por falta de detección, seguimiento y, como no, de un apoyo institucional firme y constante.

No hay que irse tan lejos para conocer iniciativas que buscan soluciones a estos problemas. En Salamanca, existe el proyecto Talentotecnia, que trata de dar visibilidad a este colectivo diferencial. Este tipo de personas pueden aportar un valor sustancial a la sociedad en muchos aspectos o estar condenados a la incomprensión y al sufrimiento de por vida. Quienes lo hemos vivido de cerca lo sabemos bien. Por eso es necesario que nos concienciemos de su existencia. Somos un país, más bien una población, bastante solidaria y sensible con las cuestiones que afectan a las personas. Y, sin embargo, nos cuesta aceptar que existen minorías que necesitan un apoyo mayor. Probablemente, no podremos crear un Hunter College, pero sí conciencia social que ayude a reducir padecimiento a personas con las convivimos sin saberlo. Eso es, entre otras cosas, construir una sociedad moderna. No vayamos a caer en el simplismo de listos y tontos de documentales en blanco y negro.

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