DESDE MI BARRIO

Hablemos de sexo

Salamanca es ciudad universitaria por siglos de formación de calidad y fortalecimiento de las tradiciones

No conozco personalmente a Carlos Manuel García, alias Carlos García Carbayo, o viceversa. Me refiero, lógicamente, al alcalde de Salamanca, recientemente reelegido por abrumadora mayoría. Que yo sepa, aún no se ha resuelto «el misterio de los carteles electorales». En cualquier caso, él sí que ha aglutinado con claridad los votos de la derecha, asumiendo buena parte de los que obtuvo el extinto Ciudadanos, en 2019, y a pesar del ascenso de Vox, que entra en el pleno del ayuntamiento con uno menos de los que tenía la formación naranja. Dicho esto, en realidad, me quiero centrar en la semblanza del señor alcalde, con el que he coincido en algunos actos, como la presentación de la reeditada Escuela de Salamanca, y al que me he cruzado, caminando por la calle, acompañado por su familia, compañeros de partido o algún asesor o colaborador cercano. Lo mismo da. Ese hecho me ha generado sensación de normalidad —dicen que es rasgo principal de su carácter— a falta de una mejor explicación de su famosa sentencia al ganar el congreso interno de su partido, hace unos meses, «aquí mando yo».

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Creo que es bueno para la ciudad que se dé la estabilidad política que los números avanzan, siempre que sea esa cordura pronosticada y no el arrebato del poder lo que ordene las ideas. En ese sentido, quiero apelar a un asunto que me preocupa como analista, ciudadano, vecino y padre: el sexo. Dicho así, parece algo genérico. Es hasta posible que algunos lo lleven del todo a una parte. Nada más lejos. El sexo tiene que ver con la sexualidad, pero mucho antes con el género, la tendencia personal, la libertad y, por encima de todo, en ese tránsito, con la educación. Cada mujer que muere o es atacada, cada joven que decide saltar por una ventana al no poder afrontar el acoso, cada niño —las nuevas estadísticas marcan en los 8 años el comienzo— que consume porno en Internet con la idea de que aquellas prácticas dominantes son la realidad en las relaciones, es un fracaso de todos y cada uno de nosotros, en el ejercicio de nuestras funciones y responsabilidades.

Ya conocemos por esta tierra el recurso de echar la culpa al prójimo. También, el de las competencias transferidas. Salamanca es ciudad universitaria. Pero no es cualquiera otra, lo es por siglos de formación de calidad y fortalecimiento de las tradiciones. Una mayoría holgada permite acciones de gobierno que no dependan más que de la propia iniciativa y de la ideología bien entendida. Espero y deseo que esta ciudad no busque proyectos teleféricos, para centrarse en la educación de nuestros niños y niñas. Si no entienden que la diversidad es parte fundamental de la libertad, y este valor democrático la clave de la convivencia, asistiremos a un mundo seguramente ingobernable, en el que ser alcalde es más que probable que no sirva ya para nada.

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