¡Es la guerra!

Ojalá que esta matanza nos ayude a pensar en que existe un otro que tiene derecho a ser diferente

La guerra en Gaza está generando batallas a nivel nacional y local, como hemos visto días pasados en nuestras calles y en las redes sociales, donde por cierto no hay un solo momento de paz. Veremos en qué queda esa propuesta pactada entre una de las partes y su principal proveedor. Vaya por delante mi poco o nulo optimismo al respecto, dependiendo como depende de personajes de la catadura moral de Trump o Netanyahu, y de una organización terrorista como Hamás, que fue la que, hace dos años, prendió la mecha de esta inmensa crisis humanitaria con sus sanguinarias acciones que aún al recordarlas se le ponen a uno los pelos de punta.

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Israel contó con el apoyo internacional. Se le confirió el natural derecho a la defensa de su pueblo, de su territorialidad y de sus ciudadanos. En especial de aquellos que habían sido atacados, secuestrados, y de sus familias. Solo hubo un relato, y fue a favor del pueblo de Israel. Sin embargo, el comportamiento sangriento y desproporcionado de las acciones bélicas de Netanyahu y de su gobierno ultraortodoxo, esto es, fascista, ha terminado por virar a favor de los palestinos a ciudadanos de todo el mundo, y en su contra a la mayoría de los gobiernos, así como a la Corte Penal Internacional, hasta el punto de declararle como prófugo desde el punto de vista de su legislación, que no tenemos tampoco muy claro para qué, cuánto y dónde es aplicable. No pretendo hacer un análisis de un asunto que es complejísimo, que viene de muy lejos y que pone en liza situaciones de carácter histórico y geopolítico de magnitudes por encima de casi todos nosotros. Hago lo que la mayoría: tirar de la propia ética, de cuestiones morales y, sobre todo, de las tripas. Eso es lo que ha cambiado el relato de bando.

Los jóvenes, que son más impresionables, en mayor medida usuarios de las redes sociales; que se juntan en los institutos y universidades, donde lo bueno y lo malo pasea sin control por los pasillos y por las clases, son lo que están encabezando las protestas contra esta guerra, engordadas en un mundo digital donde el ambiente pútrido es lo natural, y que ha llegado a las calles de manera cada vez más tensa e intensa. Encima, los políticos siguen en su creencia de que estirando más y más la cuerda ganarán -bueno, ganará uno, porque el otro perderá-. Tiran y tiran cada uno hacia su lado, generando un clima irrespirable. Ni los jóvenes que salieron a manifestarse a la Plaza de los Bandos y otras calles de la ciudad, ni quienes los quieren criminalizar en las redes tienen la razón absoluta. Ojalá que esta matanza nos ayude a pensar en que existe un otro que tiene derecho a ser diferente. Sinceramente, soy igual de pesimista en este caso, o incluso más. Entretanto, como decía el genial Groucho Marx en su particular Oeste: «¡Es la guerra… Traed madera!».

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