Pero, ¿qué presupuestos?

Este país, sus empresas, sus familias, sus ciudadanos, todos ellos sufridos contribuyentes, cada día que pasa perdemos más «el oremus»

Viernes, 29 de agosto 2025, 05:30

Pero, vamos a ver, ¿qué es esto de exigir al gobierno del marido de Begoña que presente los Presupuestos Generales del Estado? Pero ¿nos hemos vuelto locos, o qué? Pero ¿cómo es posible tamaña ocurrencia? Lo explico con varios ejemplos. No conozco ni una sola empresa que haga sus propios presupuestos. Lo que hacen sus directivos es coger dinero de lo que venden y con esos fondos pagan lo que deben, como los gastos de personal, los proveedores y así sucesivamente. Vamos, lo que refleja perfectamente el dicho popular de «las gallinas que entran por las que salen». Lo de que las empresas se pongan a hacer previsiones y calculen los ingresos que van a tener un año, para ajustarlos a los gastos, o al revés, y obtener un beneficio, eso ya no se hace, solo los más antiguos. En resumidas cuentas, que es una práctica anticuada correspondiente al siglo XX, o, como mucho, a principios del XXI.

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Y, ¿qué decir de las familias? Pero ¿cuándo se ha visto que los cabezas de la llamada unidad familiar se sienten una tarde o todo un día a planificar el dinero que va a entrar en cada hogar vía sueldos y salarios, así como otros ingresos disponibles? Eso era antes, en la prehistoria casi. Ahora nadie coge las calculadoras y dedica unas cuantas horas a comparar esas entradas de fondos con las salidas y los gastos a los que se deberá hacer frente durante un día, una semana, un mes o un año. Que la unidad familiar tiene dinero, pues paga la alimentación, la hipoteca, los colegios y las vacaciones. Que no hay caja, pues, o bien no abona sus gastos, o pide un crédito y se endeuda. Pero según surja, porque lo que siempre se ha conocido como echar cuentas ha pasado a mejor vida desde hace unos años.

Y, ¿qué decir de las personas humanas, físicas e individuales? ¿Acaso se ha visto alguna vez que se pongan un ratito a pensar en sus números, a mirar las cuentas corrientes que tienen en los bancos, repasando por un lado el «debe» y por otro «el haber», o como decía el incredulo «debe haber, no», «tiene que estar», cuando preguntaba en la ventanilla bancaria por su «dinerín»? Hombre, por Dios, eso no se ha hecho en la vida. Y, sin embargo, ahora, los empresarios y los directivos, los cabezas de familia, las personas humanas físicas e individuales van y se ponen a gritar como energúmenos exigiendo al Gobierno presidido por el marido de Begoña que prepare las cuentas del Estado y las presente en tiempo y forma en las Cortes, según manda la Constitución. Está claro que este país, sus empresas, sus familias, sus ciudadanos, todos ellos sufridos contribuyentes, cada día que pasa perdemos más «el oremus». Pero ¿a quién se le ocurre implorar a Sánchez y a sus ministros que se pongan a hacer las cuentas? Están locos estos hispanos. ¡Ánimo, Pedro! Tú, a lo tuyo, no vayas a presentar los Presupuestos por primera vez esta legislatura y la estropees

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