El galgo de Paiporta

El Barranco de Pollo sigue dispuesto, otra vez, a llevarse por delante la vida y la dignidad de varios centenares de seres humanos

Jueves, 6 de noviembre 2025, 05:30

Transcurrido un año del desastre, hidrológico e hidrográfico, ocurrido en la Comunidad Valenciana, el Barranco de Pollo sigue dispuesto, otra vez, a llevarse por delante ... la vida y la dignidad de varios centenares de seres humanos. Sin embargo, la culpa será del chachachá, ya que Mazón, el chivo expiatorio de hoy, habrá pasado políticamente a mejor vida.

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La ecuación que en este momento maneja el Galgo de Paiporta se sustenta en que toda aquella comunidad autónoma que, mediante las urnas, se ponga a su disposición, será recompensada con el derecho a una alerta indefinida firmada por el Gobierno central. De modo que si la Comunidad Valenciana pretendiera la construcción de unas infraestructuras que la salven de las catástrofes, naturales o provocadas, debería pensarse el voto que fuera a introducir en la Caja de Pandora, que de esta guisa debería llamarse la urna del Sufragio Universal. Ahí tienen ustedes los incendios ocurridos en Castilla, Galicia y Extremadura. Ni un dedo movió el Galgo de la Moncloa, incumpliendo así todos sus juramentos, para amparar a las tres comunidades no partidarias de la revolución de las masas.

Incluso oigo campanas de sospechas acerca del asunto terrible, imperdonable, de las mujeres andaluzas pendientes de informes oncológicos. Debería haber una investigación policial sobre la posibilidad de que haya sido un sabotaje perpetrado por los sinvergüenzas de siempre. Téngase en cuenta que todo el rojerío andaluz, después de cuarenta años de robar a manos llenas el patrimonio público y tras dos legislaturas a dos velas de langostinos y de la memoria de sus putas tristes, andan por siempre atareados en el estudio científico de cómo arruinar el prestigio adquirido por las derechas. Resulta, entonces, justo y necesario, sospechar de los ladrones y falsificadores habituales, por muy excarcelados que hayan sido por don Cándido Conde Pumpido, presidente del Tribunal Prostitucional, como desde hace tiempo lo bautizan en la radio. Algo parecido ocurrió en la Segunda República, cuando los jueces del Frente Popular sacaron del talego a Largo Caballero, asesino en la categoría de bolchevique diplomado, y a toda su camarilla golpista, incluyendo, por supuesto, a Luis Campanys, porquero jefe de la Generalidad y antiguo ministro de Marina en el Gobierno de Manuel Azaña. Por favor, que la militancia socialista no me confunda a este último con Manuela Malasaña, que nada tienen que ver, a pesar de que rimen en consonante.

Claro que ni siquiera en un periodo tan convulso como el republicano se recuerda que el Fiscal General del Estado fuera llevado a juicio y juzgado por el delito de pernoctar bajo la mesa feudal de su dueño y señor, como aquella famosa Mónica, que no era una Lewinsky cualquiera. Todo lo contrario, la tía hubiera dado mucho juego en el organigrama de la cátedra universitaria más famosa de España. A decir verdad, la primera en su género por la amplitud de sus saunas, los finales a lo Hollywood en las salas de masajes y, sobre todo, por el barroquismo artesanal de su grifería, las palanganas de Sévres, los pañitos de encajes tejidos a mano por las hermanas clarisas y, como sorpresa añadida, un mamporrero clerical de la casa, también catedrático en redobles extremeños, el baile de la Clara y otras verbenas de negro satén.

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O sea que ya está compuesto el retablo de la España de Maese Sánchez, el organista, como aquel músico sevillano que, según la leyenda de Gustavo Adolfo, siguió tocando el órgano después de muerto. Lo mismo que ahora pretende el Galgo de San Bernardo, un político de cuerpo presente que ya sólo gobierna sobre cadáveres valencianos, incluidos los de Mazón, el preso Cerdán y el esqueleto concupiscente de José Luis Ábalos. El mejor amigo del galgo.

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