EN EL CENTRO DE LA DIANA

Bien, ChatGPT

Sábado, 30 de agosto 2025, 05:30

Confieso que, desde la aparición de la inteligencia artificial, he sido muy reacia a su uso. No tengo la menor duda respecto a todo lo que puede aportar en lo relativo a tecnología, sanidad, comunicaciones o seguridad. La posibilidad de combinar millones de datos y extraer información abre un horizonte de posibilidades que puede llevar a un salto cualitativo sin precedentes en la historia -o todo lo contrario en las manos equivocadas, pero ese es otro asunto-.

Publicidad

Mi escepticismo se centra en su utilidad para el humano de a pie, los que hemos dejado de memorizar números de teléfono porque los tenemos grabados en el móvil, o utilizamos la calculadora para cualquier operación simple. Como seres inteligentes que somos, hemos decidido que si otros lo hacen por nosotros, qué necesidad hay de esforzarse. Así que ChatGPT ha sido un regalo caído del cielo para hacer informes, trabajos de fin de grado, pensar regalos o hacer planes. Y lo ha hecho con tanta eficiencia y afabilidad que, en ocasiones nos ha llevado a dudar si era otro ser humano, solícito y cordial, quien estaba al otro lado de la conversación.

En una sociedad caracterizada por un aterrador sentimiento de aislamiento y soledad, esta voz amiga se está convirtiendo en un «contacto social» para muchas personas. Y era previsible que una relación tan antinatural acabara generando problemas. Por eso, a algunos nos ha impactado pero no nos ha sorprendido la noticia de que un adolescente norteamericano se ha suicidado después de largas horas de conversación con la aplicación, en las que él le exponía su sufrimiento vital y recibía respuestas que le recomendaban aislarse. En la demanda que los padres han interpuesto a Open IA –quienes, por cierto, han anunciado mayores controles y mejoras de seguridad-, constatan que la aplicación le mencionó el suicido hasta en 1.275 ocasiones.

Con todo lo expuesto, creo que a nadie le sorprenderá saber que no soy usuaria de ChatGPT. Pero confieso –segunda confesión del día- que me ha podido la curiosidad/preocupación y le he pedido a un amigo que le plantee una pregunta muy concreta y muy significativa: «¿Vale la pena vivir?». Para mi sorpresa, la respuesta me ha parecido extremadamente acertada. No solo ha explicado que la vida está llena de pequeños momentos que la llenan de sentido, sino que ha finalizado valorando que si hace esa pregunta es porque está pasando por un mal momento, y le pide que si llegara a pensar en hacerse daño, contacte con emergencias, el 024 o las líneas locales de prevención del suicidio.

Sin que sirva de precedente, ¡bien, ChatGPT!

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad