Opinión

Saber irse a casa

Nadie quiere verse en el ocaso, de ahí que en su momento decirle al taxista llévame a casa sea la mejor de las decisiones. Sánchez, toma nota

Los camareros empiezan a recoger las mesas y sillas de una terraza. El sol te da en la cara al salir de un after. El dueño del bar te mira mal y ha limpiado la barra cuatro veces seguidas. Te estás probando ropa y la dependienta no sabe cómo decirte que tiene que cerrar ('no se preocupe que no hay prisa'). No queda nadie en la oficina y es de noche. Estás bailando y de repente suena Julio Iglesias en un bar y encienden las luces. Diriges un grupo y no te respeta nadie. Vas bostezando al salir de trabajar y has quedado con unos amigos. Entrenas al Real Madrid y llevas 10 partidos sin ganar. Estás tomando una copa y no te sabes ninguna canción y el resto del local podrían ser tus hijos. Estás en una sobremesa de una comida de trabajo con Tito Berni y empiezan a aparecer prostitutas y cocaína. Lideras un colectivo y nadie se atreve de decirte que tu tiempo se ha acabado, pero lo notas. Cuando te abrazan y te susurran quedamos como amigos... Todos estos momentos tienen que en común que deben afrontarse del mismo modo: irse uno a casa. Saber marcharse es un logro. Una retirada a tiempo es una victoria. Aceptar la realidad debería ser obligatorio. Si la primera impresión es la que cuenta, el valor de la última imagen es incalculable. Nadie quiere verse en el ocaso, de ahí que en su momento decirle al taxista llévame a casa sea la mejor de las decisiones.

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En política este concepto de sacar la bandera blanca e irse en muchas ocasiones se atasca. Por ejemplo. Estás en La Moncloa no por el respaldo de la nación, sino por una aritmética parlamentaria cogida con pinzas para taparse la nariz. Las acusaciones de corrupción sobrevuelan tu ambiente familiar con tu mujer y tu hermano en el foco. El Gobierno que lideras está investigado en cuatro juzgados, por 15 delitos y con 11 ministerios implicados. Ya has quemado todas las excusas de que te tienen envidia por lo bueno que estás y de que la derecha se inventa bulos para desgastarte. Eres un títere del fugado más buscado del país: Carles Puigdemont. Para seguir con oxígeno en el Gobierno debes hacer concesiones de todo tipo y de dudosa ética y moralidad con terroristas e independentistas. El primer Fiscal General del Estado imputado de la historia de España bajo tu mando... Lo mismo es momento de irse a casa.

Pedro Sánchez debe tirar la toalla y marcharse. Si es que hasta Joaquín Sabina, que lleva toda la vida sin querer irse a casa pidiendo la penúltima en todos los sitios, ha decidido cortarse la coleta. ¿Qué más señales necesita Pedro Sánchez para seguir insistiendo en algo que ya está roto desde hace tiempo?

No obstante, Sabina, que durante décadas había sido el buque insignia cultural de los zurdos españoles, ya no es ejemplo de nada para Sánchez y los suyos. Debe estar de verdad mal la izquierda en este país para que el artista en 2022 se bajara del tren. «Me rompe el corazón esta deriva justamente por haber sido tan de izquierdas. Pero ahora ya no lo soy tanto, porque tengo ojos, oídos y cabeza para ver las cosas que están pasando. Y es muy triste», explicó en una entrevista dejando al progresismo huérfano de cantautores afines.

A Joaquín Sabina le ha costado casi cuatro décadas darse cuenta de que se tenía que ir a casa tras haber salido de 'tranqui' a tomar algo en los 80 y esperemos que Pedro Sánchez no tarde tanto en decir aquello de 'me voy a casa que tengo sueño'. Crucemos los dedos o su juerga nos saldrá cara.

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