Uno en su vida no para de llevarse chascos. Es más, diría que la vida es eso que transcurre entre decepción y decepción. Uno se imagina cómo serán algunas cosas, algunas personas o algunas situaciones, pero luego es mejor no comprobar de primera mano la verdad de todo. Siempre decepciona.
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Estos días he comprobado estupefacto que el Ministerio de Transportes no estaba compuesto por tecnócratas, especialistas, ingenieros, gente de primer nivel... Iluso de mí creía que, independientemente del partido que estuviera en el Gobierno, esto era más serio. Intuía que había, evidentemente, un político que ponía la cara en los medios y portaba el maletín ese simbólico que les dan el primer día, pero que se rodeaba de los mejores para sacar adelante este país. No, en el consejo de Renfe Mercancías estaba un tal Koldo García que salió de uno de los sectores fetiche del PSOE como es la prostitución. No sé qué sucede últimamente, pero el puño y la rosa dice luchar en público por abolir este sector y después en privado todas sus ovejas descarriadas están metidas en esos lugares con luces en la puerta.
Koldo, hombre de confianza del por aquel entonces ministro Ábalos, era portero de whiskería, barra americana, lupanar o como lo que quieren llamar, según se puede observar en su curriculum vitae.
Lo que me ha sucedido con este Ministerio de Transportes con porteros de 'discotecas especializadas' es la misma sensación que cuando conoces a alguien al que le tienes en un pedestal de formación y criterio y lo tratas en persona y se te cae un mito. O visitas alguna ciudad en la que llevas pensando toda la vida y después te quedas con cara de que no era para tanto.
Lo del sueño americano de la nada a las estrellas el PSOE lo lleva trabajando bien desde que yo era niño. Mi generación fantaseaba con Luis Roldán, que sin ninguna formación acabó dirigiendo la Guardia Civil. Se inventó que era ingeniero, economista y demás. En realidad no era nada de eso, y su única titulación universitaria es la de Ciencias Políticas y Sociología, obtenida por la UNED durante su estancia en prisión.
Ahora, Pedro Sánchez nos quiere hacer pensar a todos que este Koldo García, que tiene pinta de todo menos de espabilado, era el 'líder intelectual' de la trama. Produce la misma risa que cuando dicen que Antonio Tejado era la 'mente pensante' de la banda de ladrones que saqueaba casas entre las que estaba la de su tía, María del Monte. Por favor, vamos a ser más serios con los calificativos, que estos dos son capaces de firmar una confesión si les amenazas con leer un libro o hacer un sudoku.
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En lo que no me han decepcionado y es que uno puede ser iluso, pero no tonto, es en la reacción política del 'caso Koldo'. Ni una dimisión y nadie se acuerda de él.
Ábalos, que si hubiera cogido a Santiago Segura en sus mejores momentos ni cotizaba que hacía una colaboración en Torrente, ahora dice que descarta dimitir, pero admite que si el 'caso Koldo' hubiera estallado cuando era ministro sí lo habría hecho. De traca.
Está Salamanca pidiendo más frecuencias de trenes y tres presupuestos para comprar unos bolígrafos para el laboratorio, como indica el director del Centro del Cáncer, Xosé Bustelo, y después los Koldos y Abalos poniéndose las botas con contratos públicos sin control alguno. Y pensar que el sanchismo empezó con Koldo, que durmió junto a los avales de Sánchez en las primarias del PSOE. ¿Y si se cierra el círculo y por justicia poética se acaba esta pesadilla también con Koldo? Después de tanta decepción, nos merecemos una alegría.
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