ESCRIBE O REVIENTA

Centro o metros cuadrados

No puede ser que sea más fácil el matrimonio que tener una casa 'digna' y 'adecuada' como indica la Constitución Española

Lunes, 29 de septiembre 2025, 06:00

Hay momentos en la vida de uno que se esperan con muchas ganas, incluso con ansiedad en muchos casos, pero después los vas superando y te das cuenta de que la escala de dificultad para conseguirlos es más distinta a lo que pensabas cuando tenías menos años. Conseguir el carné de conducir, aprobar la selectividad de turno, saber equilibrar el salir por las noches y acabar la carrera universitaria, comprarte tu primer coche, el trabajo… Todos estos trances vitales, con más o menos holgura, se sacan adelante, aunque antes hayan sido un quebradero de cabeza. Incluso, la boda y el matrimonio son llevaderos, pese a que los divorciados, cuñados y demás seres te lleven metiendo miedo toda la vida con que la alianza es el pasaporte al infierno. Eso sí, es llegar la paternidad y la vivienda y la cosa se pone muy cuesta arriba. Llega la hora de los valientes.

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La boda queda en un cumpleaños y el matrimonio en una cita en comparación con lo que supone comprarse una vivienda o elegir dónde vivir. La firma de la hipoteca es el verdadero sí quiero para la eternidad. Lo de Madrid y Barcelona es de locos, además de otras grandes ciudades en las que también el precio del metro cuadrado está disparado. Pero vamos a centrarnos en la cómoda Salamanca, que, según mi criterio, es una ciudad en la que casi se puede ir andando a todos los sitios, pero acabas cogiendo el coche para todo.

Al entrar en cualquier portal inmobiliario, seleccionas tus preferencias o tus líneas rojas en materia de vivienda y cuando das a buscar te indican amablemente que no han encontrado resultados con esos parámetros. Normal, es que las casas en las que te has criado con tus padres o en las que has vivido de alquiler ya no existen. O por lo menos se salen de tu rango.

Comienza entonces el debate moral, social y espiritual de cercanía al centro o metros cuadrados. Cuanto más cerca estás del Ayuntamiento, tienes menos espacio y a media que te alejas, los precios te permiten casas más grandes. Empiezas a plantearte tu vida. ¿Cuántas veces voy yo a la Plaza Mayor de lunes a viernes?¿Prefiero volverme a casa andando después de una cena un sábado o tener más habitaciones y un jardín? Pero si ya casi no salgo por la noche... Un sinfín de dudas que hace que ya no sepas ni quién eres. El edadismo aquí si juega un papel importante y como aves migratorias nos movemos según lo que diga nuestro DNI. A los jóvenes les gusta vivir lo más cerca posible del corazón de la ciudad, más por el salseo que por los monumentos, pero después la vida te lleva a querer ser carne de urbanización. Luego acabarás volviendo al centro cuando a tus hijos les empiezan a salir granos en forma de drama. Cuando dudas entre si eres padre o taxista es cuando hay que volver al paraíso de las calles peatonales del centro.

A todos estos debates morales, basados estrictamente en lo económico, hay que sumarles dinero para una entrada, notarías, hipotecas, avales, la tortura sueca de montar muebles, reformas...

Evidentemente, no sé la solución a la actual situación de la vivienda en España, pero sí que hay que buscar un remedio a esto sea como sea.

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Lo que no puede ser que sea más fácil el matrimonio que tener una casa 'digna' y 'adecuada', como indica el artículo 47 de la Constitución Española. Por favor, que alguien sea tan amable de explicarlo.

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