ESCRIBE O REVIENTA

El apache incorrecto

Solo buscamos decir lo correcto para no arriesgar nada. En lugar de debatir ideas, se compite por parecer más moral

Lunes, 13 de octubre 2025, 06:00

El periodismo siempre ha sido una profesión de riesgo, pero es que ahora mismo es un campo minado. Ni se imaginan lo complicado que es ... completar esta columna cada lunes sin ofender a algún colectivo, tribu, comunidad, rebaño o grupo político. Pulsar el teclado es como jugar al buscaminas. Unas teclas mal pulsadas y todo salta por los aires.

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La censura siempre ha perseguido a los que comunicaban, independientemente de quién ostentara el poder, y los periodistas hemos ido sobreviviendo con nuestros eternos dilemas morales y nuestras cosas. El problema ahora no es la censura, sino la homogeneización del discurso. La dictadura del buenismo se ha instalado en este país y sin pegar un tiro. Ha sido un desfile silencioso para crear ofendiditos. Sin darnos cuenta vamos hacia una línea en la que todos hablemos igual, opinemos del mismo modo y busquemos decir lo correcto para no arriesgar nada. En lugar de debatir ideas, se compite por parecer más moral.

Es mejor no pensarlo, ya que el día a día puede ser una dura batalla. Como vayas por la calle y llames a alguien de usted, caes en edadismo. Si dejas pasar a una mujer en el portal, eres un heteropatriarcal sin «deconstruir». Como te enfades en una rotunda con uno y le llames bobo, delito de odio al canto. Si se te escapa un cartón de leche en el contenedor general, te cae una acusación de terrorista medioambiental en la que no se concibe ni el acercamiento de presos. Si te ves gordo y te apuntas al gimnasio, has caído en las garras de los cuerpos normativos. Si llenas el depósito en la gasolinera, apuñalas la capa de ozono y te llevas la mirada de reprobación del conductor del eléctrico, mientras que te maldice con un 'ya te vale'. Que no se cuele un gato callejero en tu jardín y le espantes, que automáticamente te conviertes en un torturador animal. Y esa mirada condenatoria que te llevas del compañero de oficina cuando no imprimes por las dos caras… Es agotador. Menos mal que yo tengo muchos defectos, pero también la virtud de que me importa bastante poco lo que piense el prójimo sobre mi persona.

Cada día, alguien es trending topic por algo que «no se puede decir». La dinámica del linchamiento digital ya no busca justicia, sino entretenimiento. El problema no es que haya ofendidos: es que hay espectadores.

En esta nueva vida que vivimos en la que la corrección política se ha vuelto una forma de marketing moral, el 12 de octubre es uno de los peores días del año. Es una especie de cumpleaños para los indocumentados, catetos y paletos que todavía defienden lo de la leyenda negra y cargan contra Cristóbal Colón. La gente ya pone el desfile en casa con un volumen muy bajo para que en el rellano no se tope después con un representante de no se qué tribu, cuando en realidad lo más lejos que ha salido de su casa es para ir a Cantalapiedra.

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Hablando de tribus. Mi respeto máximo a Alfonso Borrego, bisnieto de Gerónimo, el líder apache más temido. Se ha pasado estos días por Salamanca y leyendo la entrevista en este periódico todavía me he puesto en guardia pensando en sus antepasados. Son muchas pelis de indios y vaqueros como para no pensar en mis pistolas de juguete de mi infancia por si aparecen los sioux, comanches, apaches y cheyenes. Sí, soy lo peor por tener un miedo infantil a los indios. El descendiente de Gerónimo deja en Salamanca una frase directa a la línea de flotación de muchos idiotas. «Quiero que los españoles pidan perdón, pero por haberse ido de América tras la conquista». Pobre hombre, ni se imagina a cúanta gente habrá ofendido con estas palabras. Viva Gerónimo.

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