Ya lo dice la canción de la Orquesta Mondragón y Javier Gurruchaga: ¡qué viene, viene Trump!. Y Trump ha llegado, aunque no del todo. Contrariamente a lo que pueda parecer, lo de los aranceles de Trump no está cerrado todavía, y, por lo tanto, aún no se pueden saber las repercusiones concretas para los productos españoles, ni para la economía salmantina. La explicación es muy sencilla: lo que se ha cerrado entre von der Leyen y Trump es un acuerdo marco, que incluye un arancel medio del 15 por ciento, pero todavía no se conocen las tasas especificas que se aplicarán a los distintos sectores o mercancías. En unos casos las cifras pueden ser más altas que ese 15 por ciento, mientras que en otros quedarse más bajas. En teoría, todo esto se tiene que concretar en los próximos días, ya que deberíamos conocer los porcentajes exactos antes del 1 de agosto. Solo entonces sabremos si los productos del cerdo ibérico, tan importantes en Salamanca, sufrirán un arancel y de cuánto será; otro tanto cabe decir del vino, los quesos o el aceite de oliva, por poner tan solo unos ejemplos.
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Además, en el caso de España hay otra variable, porque no se debe descartar que los productos de la UE tengan un arancel general, mientras que los españoles, dada «la simpatía» que siente Trump por Pedro Sánchez, reciban una tasa suplementaria, lo que nos dejaría en inferioridad de condiciones frente a otros competidores de los restantes Estados miembros. Tratándose de Trump no se puede afirmar que actuará de esa manera, ni tampoco se puede garantizar que no lo hará. Ya digo, la duda debería despejarse durante los próximos días, por lo que todavía no se pueden echar las campanas al vuelo, ni en un sentido ni en otro.
El citado acuerdo marco, alcanzado entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) el pasado fin de semana en Escocia, ha sido mal acogido en líneas generales del lado comunitario, ya que se considera que von der Leyen y su equipo han «tragado» con lo impuesto desde Washington, Es lo que han dicho bastantes eurodiputados y, sobre todo, el jefe del Gobierno en Francia, que ha sido el más crítico, junto al húngaro Orban. No obstante, hay quienes consideran que lo sucedido es lo menos malo, dentro de lo peor, eso sí, porque por lo menos se han despejado algunas de las incógnitas, aunque no todas. Como he señalado más arriba, todavía faltan muchas cifras y detalles por conocer y hasta entonces no se podrá hacer una evaluación precisa de los posibles daños. Además, conociendo a Trump, tampoco se puede descartar que en los próximos meses se saque de la manga algún otro as y vuelva a poner todo patas arriba. Mucho me temo que las relaciones comerciales con Estados Unidos van a estar muy presentes a lo largo del próximo curso de política agraria y que, además, nos darán muchos quebraderos de cabeza.
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