Donde tradición, agricultura regenerativa y drones se unen
Javier Alonso es agricultor desde hace 38 años y, aunque no es un entendido en nuevas tecnologías, sus tierras son campo de experimentación para el futuro
Se llama Javier Alonso, es la tercera generación de agricultores y a sus 53 años lleva ya 38 dedicados a la agricultura. Es de Francos y cultiva 98 hectáreas, todas de regadío.
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Hay dos aspectos que hacen que Javier no sea un agricultor al uso: el primero, que una empresa como Pepsico confió en él para probar en Salamanca la agricultura regenerativa y es una práctica que puso en marcha ya la pasada campaña. La otra, que sin ser especial amigo de las tecnologías, sobre sus tierras vuela un dron que comprueba la evolución de sus cultivos.
Fue un agricultor de la zona, Manuel Aires, quien le introdujo en la agricultura regenerativa. Y Javier está encantado: «Con ella gastas menos dinero, haces las cosas sin mover la tierra para que sea más productivo y echas menos abonos, herbicidas... Le doy unos pases con el tractor y ya está. No se voltea. Dejas un manto superficial, aportas materia orgánica y tienes el menor gasto posible», explica. En 4 años sembrará lo que le indiquen: en la parcela donde tuvo patatas, ya ha nacido el trigo y el próximo año cultivará guisantes o vezas, para volver luego ya con la patata. Cada unos 3 meses acuden expertos para controlar la evolución y analizan la tierra. Javier mantiene que la producción ha aumentado desde que apuesta por la agricultura regenerativa y se ríe orgulloso cuando escucha que su parcela de trigo, que sembró el pasado 10 de octubre, parece un campo de golf. Sabe que es verdad.
Se lo dice por ejemplo Ignacio Suárez-Llanos, que pilotó aviones y trabaja en la empresa pública Senasa, en Matacán. Vivía en Madrid y desde hace 5 años está en Salamanca y fue en uno de sus paseos en bicicleta donde,por casualidad, conoció a Javier, que estaba trabajando con el tractor. «A partir de ahí surgió la amistad », cuenta. Gracias a ese encuentro con Ignacio, Javier ve sus parcelas a vista de dron.
Senasa tiene un departamento potente para implantación de drones y por la proximidad de Matacán con la zona agrícola, Ignacio quería reconducirlos hacia la agricultura de precisión. Desde que se conocieron, Javier le enseña agricultura a Ignacio, e Ignacio le aporta a Javier los datos que obtiene con drones con cámaras espectrales. Hace vuelos de parcela, fotografía el terreno con resolución alta y ven así cómo evoluciona el cultivo y Javier toma decisiones. «Detectamos, por ejemplo, una zona de parcela con encharques y con eso Javier decide si aplicar esfuerzos, con más abonos o semillas, o interesa lo contrario».
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Ignacio explica que la principal dificultad de los drones para la agricultura está en el aspecto regulatorio, en volarlos cerca de espacios aéreos. «No podemos plantear al agricultor comprar tecnología que no sé si le va a funcionar, por eso he tenido mucha suerte al conocer a Javier», dice Ignacio.
El agricultor pilota su propio dron
Ignacio Suárez-Llanos señala que si bien plantean hacer cursos de drones aplicados a la agricultura desde Matacán el próximo año, se encuentran con el problema de la edad avanzada de los agricultores. En su opinión, el agricultor podría tener su dron y pilotarlo. Ignacio y Javier mantiene que tractor y dron se complementan, no se sustituyen, y que el dron llega donde no lo hace el tractor, por ejemplo para tratar el cultivo si el terreno está inundado o cuando el cultivo está ya demasiado alto. El futuro está en drones que puedan volver con 500-600 kilos de peso.
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La agricultura del futuro
La agricultura regenerativa está vista por muchos como la del futuro porque no solo mantiene el suelo, sino que potencia su recuperación. Entre las prácticas está mantener la cubierta vegetal y aumentar la materia orgánica para que la tierra aproveche el agua.
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