Hay temas sensibles en el campo. El precio de las vacas, por ejemplo, que no deja de subir una semana tras otra. Y bien por el ganadero. Que está la moda de las hamburguesas y está lo de que cuando más se piden vacas, menos hay, porque se han cerrado explotaciones y porque se murieron muchas con la EHE y están por recuperarse censos, si vuelven... Y que por eso suben. Por pocas. Y es sensible porque al carnicero hay piezas que ahora le cuesta vender. Y al consumidor, pagar. Y está esto de que si hay poco, el precio final es mayor. Y es algo a tener en cuenta a la hora de proteger o no la PAC, que no va sólo de agricultores y de ganaderos.
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Está el tema sensible del precio de la paja, que de a lo que la cobra el agricultor a lo que llega al ganadero van euros. En esto parece asumido lo de que el agricultor no va a ganar nada o muy poquito y que, a partir de él, se establecen los costes porque es justo que todos ganen, que lo es. Pero sin excluir al agricultor, que cobra en función de cómo se vaya a vender, no de sus costes. Tema sensible esto del lado débil, tapado ahora con una Ley de la Cadena que, de nuevo, se demuestra que no funciona.
Es un tema sensible el del mercado de ganados, tan importante para unos como prescindible para otros. Es una realidad que va a menos, que al margen de que haya pocos o muchos terneros, que se ve que hay menos, las exigencias sanitarias le han hecho mucho daño. Y que cuando se hable, si se habla, de tuberculosis bovina, también debería estar la problemática del mercado encima de la mesa. Más que nada porque es movimiento económico, otra referencia para el ganadero y una vía distinta de comercialización. Y ya se vivió la experiencia con el de corderos.
Y está el tema del lobo, con un recurso del Defensor del Pueblo ante el Constitucional, que lo ha admitido a trámite. Quince comunidades (2 del PSOE) piden la convocatoria de la Sectorial de Medio Ambiente pero el Gobierno no escucha. Espera. No tiene prisa. Esto es el cuento de nunca acabar.
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