José Luis Lorenzo Iglesias, con sus cabras.
HISTORIAS DEL CAMPO

Cabrero a los 26: «Soy muy feliz»

Su padre decía que sus cabras eran como gorriones porque «si las encierras, se mueren». Jubilado él, su hijo toma el relevo y hasta sigue ordeñando a mano

Susana Magdaleno

Salamanca

Jueves, 10 de julio 2025, 18:55

Gracias a José Luis Lorenzo Iglesias, de 26 años, seguirá habiendo cabras en la zona de El Cerro porque el rebaño que antes tenía su padre era ya el único. El resto de ganaderos lo habían ido dejando. Gracias a su decisión, la zona se mantendrá desbrozada por el ir y venir de las cabras y más protegida frente al fuego. Ahora mismo hay municipios que buscan cabreros para cuidar el monte y no encuentran. Y también gracias a él, a que ha dicho que se queda, los turistas podrán llevarse de recuerdo del verano las fotos de las cabras, que no es algo menor porque para su padre no había casi día de verano sin paseo con foto.

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Si vuelven esos turistas el próximo año, José Luis espera seguir allí, pero con un rebaño mayor que el de ahora, que ronda las 240-250 cabras serranas. Su sueño es llegar en un futuro a 500 porque cree que con ese número sí obtendría dinero suficiente para que pudiera vivir una familia. Ahora tiene también vacas. Y cuando llegue ese momento, el de crecer, a lo mejor ya ha dejado de ordeñar a mano, que es lo que hace cada día. Eso también le convierte en casi único. Es un minuto aproximadamente por cabra para sacar en primavera una media de 2 litros de cada una de ellas, y ahora en verano, con el calor, en torno a litro y medio.

«Seguiré hasta que me dejen», promete. José Luis es uno de los pocos cabreros que quedan en Salamanca -según el último censo publicado sólo hay 5.197 cabras- y, además, sin competencia en edad. «Los jóvenes que se quedan suele ser con vacas porque son menos esclavas que las cabras», dice. Por eso también ha escuchado tanto la pregunta de «¿estás loco?», pero él tiene claro que ningún trabajo le aporta tanto y que era algo «que tenía claro desde chico».

Y eso que se levanta cada día a eso de las 5 de la mañana para ordeñar y amamantar a cabritos. Les echa de comer después y lleva la leche en el tanque de frío a Zarza de Granadilla porque por El Cerro no pasa el camión.

Luego, de paseo por los pastos del pueblo, pero siempre pendiente de las cabras porque «no las puedes dejar solas: hay huertos, fincas...» Además, siempre hay papeleo que hacer en Béjar o en Salamanca, y cuando quiere acabar le dan ya fácil las 10 de la noche fácil. «La gente piensa que sólo es sacarlas de paseo, pero no es así», explica.

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José Luis ahora sólo pide que le dejen trabajar. «Es que parece que quieren exterminar el ganado» y se refiere a lo que considera un exceso de burocracia, con trámites que le llevan a retrasar la venta de animales, con lo que supone en que se puedan pasar de peso. Reconoce que esto le trae de cabeza y pide, por ejemplo, reflexión sobre el saneamiento: «Una vez al año está bien pero 3 ó 4 veces...».

Quiere promocionar el campo entre los jóvenes, para que se dediquen como él a la ganadería, pero advierte que para eso ve necesario que las ayudas les lleguen pronto, «porque al principio es cuando necesitas la inversión y te dan una parte al año y el resto en 5 y a lo mejor ya no llegas».

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Este cabrero tiene ahora principalmente un sueño: conseguir crecer, que su explotación sea mayor. Con mayor producción, confía en que se cumpliera otro deseo, el de conseguir que entrara el camión a El Cerro a recoger la leche. Y a lo mejor, con más cabras y si todo va bien, se compraría una ordeñadora.

José Luis está tan convencido de su idea, que anima a otros jóvenes a hacer lo mismo. «Es dar el paso y si no tienen explotación, como he tenido yo, es verdad que es más difícil pero también ahora hay bastantes que se alquilan».

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Ahora recibe por la leche que producen sus cabras en torno a 0,90 euros el litro -»al menos no voy a pérdidas», dice- y los animales están a «buen precio». En carnicerías de Béjar o en restaurantes se piden cabritos de José Luis, que ya son los del hijo. Para los consumidores también fue un gran alivio que se quedara.

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