Álvaro de Luna, este jueves en la Plaza Mayor: “Todo en mi carrera está siendo muy loco”
Con más de 70 conciertos por España y preparando su salto a América, el sevillano Álvaro de Luna suena por todas partes desde 2020 con su éxito “Juramento eterno de sal”. Un disco en el mercado y el éxito ya le sonríe. Es su año
Comparte solo el nombre con el fallecido “Algarrobo” y con el histórico condestable de Castilla. Este sevillano de 28 años que sigue flipando con el éxito alcanzado en apenas dos años, confiesa estar “ilusionado” por volver a lo grande a la ciudad que le vio dar sus primeros pasos sobre los escenarios. Este jueves actúa en la Plaza Mayor de Salamanca dentro del programa de Ferias y Fiestas a las 22:00 horas.
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—Regresa a Salamanca, una ciudad especial en su carrera artística. Aquí empezó todo, aunque de una forma un poco “marciana”.
—Si, jajaja... Un amigo estudiaba en Salamanca para piloto comercial y cuando se convocó la Batalla de Grupos de la Universidad me propuso que formáramos un grupo para intentar ganar el premio, que era la grabación de tres canciones. Fue una etapa complicada de viajes de un lado a otro para ensayar hasta que nos instalamos ne Madrid.
—El nombre del grupo, “Sinsinati”, salió de su móvil.
—No sabíamos qué nombre ponernos y encontré este nombre que le puse a alguien en la agenda de contactos... y nos gustó.
—Al final, el certamen no les fue demasiado bien.
—No, jajaja... Después de pasar a la final, la noche anterior nos vinimos un poco arriba y esa tarde no dimos pie con bola... Quedamos terceros.
—Pero “Sinsinati” funcionó bastante bien. El festival les dio muchas actuaciones y su canción “Indios y vaqueros” sonó mucho en las radios.
—Sí, la acogida de la gente fue brutal. Dimos muchos conciertos, varios de ellos en Salamanca. Fue maravilloso.
—Pero cuando el nombre de Alvaro de Luna empezó a sonar en la escena musical fue a partir de su participación en La Voz en 2018. Actúo en las audiciones a ciegas y los cuatro coaches se giraron. ¿Cómo recuerda aquello?
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—Fue algo muy loco. Yo entonces estaba subiendo ‘covers’ a las redes desde mi casa cuando me llegó un mensaje del programa diciéndome que me habían preseleccionado. Corrí a avisar a mi madre, no me lo creía... Después fui con mi padre a un par de castings y entré. Aquello fue algo brutal, por la exposición que me dio a mi y , en consecuencia, al grupo.
—Eligió a Pablo López, y aunque no llegó muy lejos ¿considera aquella experiencia el empujó que le dio un nombre en el mundo de la música?
—Sí, sí. Me puso un rostro ante la gente, y a “Sinsinati” también. Poco después del programa reaparecimos con nuevas canciones. Fue muy importante.
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—Pero llegó la pandemia y los proyectos se frustraron.
—Se paralizó la gira que teníamos por delante... La verdad es que los primeros días del confinamiento fueron increíbles, porque yo pasaba mucho tiempo fuera de casa, y estar por fin con mi familia me parecía un regalo. Pero cuando la cosa se fue de madre me empecé a agobiar. Había terminado recientemente una relación y en las canciones que escribí entonces volqué todo lo que sentía.
“Con el éxito que ha tenido ‘Juramento eterno de sal’ aún sigo abrumado. Me dijeron: ‘Has hecho una canción atemporal’”
—Pero aquellos temas que luego serían su primer disco no suenan tristes.
—En aquellas canciones como “Levantaremos al sol” y “Quiero” hablaba de las cosas que más extrañaba. Como en”Juramento eterno de sal”. Solíamos irnos todos los años a Portugal de vacaciones. Y en esa canción es como si sintiera nostalgia del futuro, de cosas que has vivido y que, al menos ese verano, no volverían a suceder. Así nació esa canción y todo el disco: me gusta hablar en mis canciones de las cosas que he vivido: no soy de imaginarme escenarios... pero todo se andará.
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—Pues para estar nostálgico, le quedó un disco bastante vitalista.
—Yo creo que sí... Al final no sé si es por mi forma de ser , que todas la cosas que me dan nostalgia las convierto en canciones alegres. Ya me pasó con “Indios y vaqueros”, que iba sobre un amor de verano, muy divertido y de una chica que nunca volví a ver. Creo que esos momentos tristes con alegría se combaten un poco mejor.
—Con una de aquellas canciones, “Juramento eterno de sal”, parece que ha echado abajo las puertas de la escena musical española. Lleva dos años sonando en todas las radios. ¿Cómo está viviendo este éxito descomunal?
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—Si le soy sincero, desde entonces todavía sigo en shock y abrumado con lo que esta pasando. Una vez alguien me dijo: “Has hecho una canción atemporal, una de esas canciones, que siempre que la escuches te traerá buenas vibraciones y no sonará antigua”. Yo creo que es el piropo más bonito que me han echado en la vida. Y lo mejor es que ha pasado sin pretenderlo.
—La canción lleva ya más de 86 millones de reproducciones en Spotify. Se ha puesto el listón muy alto para lo que venga.
—Ahora estoy trabajando en el segundo disco y estoy pensando en eso. Si pasa otra vez, maravilloso. Y si no, la vida es muy larga, y aun tienen que venir muchas canciones... Por suerte, mi compañía no me mete presión. Yo no me metí en la música por la pasta. Cuando llevas diez años intentando llegar y no abandonas, seguro que por dinero no es.
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—En estos dos años ha colaborado con auténticas estrellas de la música. Recientemente con Rayden, que le escribió unas palabras muy bonitas para la presentación de su disco, con Pablo Alborán yAitana en “Llueve sobre mojado”, Lola Índigo, El Kanka... ¿Qué le aportan estos encuentros?
—Me encantan este tipo de cosas, te abren puertas. Por ejemplo, con Rayden, que es amigo mío y un ser humano increíble al que admiro desde hace años. No hay mejor orador que él en España, es que no da puntada sin hilo. Con Pablo Alborán me escribía mensajes cuando me felicitó al sacar el disco, es algo que me emociona muchísimo. Todo esto te enriquece, tanto en lo personal como en lo profesional.
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“Yo no me metí en la música por la pasta. Cuando llevas diez años intentando llegar y no abandonas, seguro que por dinero no es”
—Y eso que, al principio de todo, usted iba para periodista y después quiso ser técnico de sonido.
—No me entusiasmaban los estudios y decidí hacer un parón e irme a Londres, a aprender más en serio. Aquello me cambió un poco la vida. Trabajé en un bar donde se pinchaban vinilos y allí descubrí muchos grupos y géneros que me ayudaron a encontrar mi sonido.
—¿No siente vértigo con una carrera tan meteórica?
—Todo es muy loco. Yo me sigo sintiendo un artista en desarrollo. Con “Sinsinati” nos quedamos a medias, y ya en solitario me han pasado cosas increíbles en estos dos años. Llevo muchos años cantando, pero muy poco a nivel profesional. Me siento aún novel.
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—¿Y se ha parado a pensar dónde se ve en diez años?
—No pienso ese tipo de cosas, me genera un estrés innecesario. Pero si todo va como hasta ahora, me daré con un canto en los dientes. Si tengo que elegir entre llenar Wembley dentro de cinco años pero que luego se acabe todo o estar toda la vida como ahora mismo, me quedo siempre como estoy.
—Y ese segundo disco ¿por dónde irá? Ha comentado que prevé que sea más ‘canallita’...
—Un puntito más canalla y más cañero. He pasado una etapa de preocuparme menos por las cosas y de disfrutar, y hablará de todo eso. Y también de amor, que siempre está en mi vida. Es el motor del mundo. Se hacen más locuras por amor que por dinero.
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—Y ahora tiene que contarnos lo del pésame que le dio Pedro Sánchez a su familia por su ‘muerte’
—Jajaja... Fue algo surrealista. Cuando falleció el actor Álvaro de Luna yo estaba trabajando y me llamaron mis padres. Habían recibido una carta de condolencias del presidente del Gobierno. Mi padre estaba muy preocupado. Cuando llegué a Sevilla y leí la carta, me quedé loco.
—Pues vaya nivel el de los asesores del presidente.
-Eso le iba a decir, pero no me quiero meter en un jardín. La persona que tenia que estar pendiente de eso estaría jugando al Candy Crush...
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