Al mínimo de trenes, sin vuelos y con rutas de bus reducidas: el calvario de los salmantinos que se verán obligados a pagar por circular
el coste por circular por la red viaria estatal rondaría el céntimo por kilómetro a partir de 2024
Domingo, 9 de mayo 2021, 11:58
Vivir en Salamanca va a estar más penalizado dentro de unos años. Si la falta de conexiones de transporte e infraestructuras, entre ellas la digital, se había convertido en un problema endémico, la propuesta del Gobierno a Bruselas para empezar a cobrar por el uso de autovías y del resto de carreteras de titularidad nacional va a contribuir a aislar aún más a la provincia respecto del resto de España e incluso de Portugal.
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Por lo que ha trascendido por ahora, el Ministerio de Transportes prepara un decreto en el que el coste por circular por la red viaria estatal rondaría el céntimo por kilómetro a partir de 2024. Aunque puede parecer un gasto asumible para los ciudadanos, la realidad es bien diferente. Primero porque no tiene en cuenta el nivel de renta de los afectados, muchos de los cuales tienen que coger el coche para ir trabajar cinco días a la semana. Y segundo, porque las posibilidades de utilizar el transporte colectivo y evitar el cobro por el uso de las carreteras, resulta casi una quimera en Salamanca.
El mejor ejemplo de la importancia que tiene este último factor lo encontramos en las conexiones por tren. Aunque Renfe recuperara todos los servicios que ha suspendido por la pandemia, para los que no hay aún una fecha, la oferta de destinos seguiría siendo muy reducida. De hecho, la capital salmantina únicamente dispone de conexión directa con Madrid, Ávila, Segovia, Valladolid, Burgos, Vitoria, Palencia, Pamplona, Zaragoza, Lérida, Tarragona y Barcelona entre las capitales de provincia. No obstante, en la mayoría de casos, solo hay una frecuencia al día. Para el resto de destinos, o bien hay que hacer un enlace en otra población, que muchas veces implica largos tiempo de espera en las estaciones, o directamente no existe opción alguna.
Y la posibilidad de viajar a Portugal, país con evidentes lazos de unión con Salamanca, tanto turísticos como económicos, resulta imposible ahora mismo por tren, tras la eliminación del servicio nocturno que unía la capital salmantina con Lisboa.
La oferta para viajar en autobús tampoco es extensa. Es cierto que con Madrid, Valladolid, Zamora, Ávila y otras localidades cercanas existen servicios con relativa frecuencia, aunque ahora haya menos por la pandemia. Pero para a otros puntos del país resultan inexistentes, insuficientes o poco útiles por los horarios que tienen o la duración del viaje. Un problema que incluso se traslada a los viajes dentro de la provincia. Aunque el sistema del transporte a la demanda ideado por la Junta intenta paliar el déficit de movilidad de las personas que viven en los municipios pequeños, resulta insuficiente para garantizar que todos puedan hacer los trámites en cabeceras de comarca o en la capital.
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La otra “pata” del transporte colectivo, el avión, prácticamente no existe. El declive de Matacán como aeropuerto civil se ha agravado con la pandemia. Sin conexiones regulares, la única esperanza está depositada en los vuelos estivales para las islas. Una opción que este año parecía descartada, tras las renuncias de Air Europa y Air Nostrum, pero que finalmente va a contar con dos vuelos a la semana a Mallorca entre el 24 de junio y septiembre, tras el anuncio realizado por la compañía Volotea.
Casi sin alternativa
La realidad muestra que para viajar será muy difícil esquivar el pago en autovías y carreteras nacionales. Ahora habrá que esperar a que el Gobierno desvele la letra pequeña de cómo articulará el pago. Por el momento, poco más se sabe más allá de la fecha de entrada en vigor de la medida, 2024, y que el coste rondaría el céntimo por kilómetro. Aunque se habla de que los desplazamientos de emergencias, profesionales o para estudios podrían quedar exentos, no hay ninguna confirmación sobre este aspecto. Tampoco si, en el caso del transporte de mercancías, el peaje finalmente lo tendrían que pagar los cargadores, medida que, de todas formas, no evitaría que la subida acabara repercutiendo en los consumidores, como advierten los empresarios.
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