En unos días se prorrogará el estado de alarma. Afortunadamente, todos comenzamos a aceptar nuestro encierro y la necesidad de extremar las medidas de higiene. ... A ese maldito bicho poco le falta para contagiarnos con el mero hecho de pensar en él. Estamos dispuestos a asumir sacrificios, que son y serán muchos. Con todo, como si de una pena indeterminada se tratase, creo que lo que más pesa sobre nosotros es la incertidumbre; la imposibilidad de saber hasta cuándo se prolongará esta situación que hace pocos días nadie imaginaba.
Publicidad
Quiero convertir esta columna en un medio de agradecimiento. En primer término, sobre todo, a ese personal sanitario —médicos, enfermeros, auxiliares, etc.— que debe multiplicarse, arriesgando como nadie, para hacer frente a una emergencia excepcional. También a todos cuantos siguen poniendo en peligro su salud para garantizar que en nuestras casas no falte de nada, pues de ellos depende nuestra relativa normalidad. O a cuantos actúan mucho más allá de lo que les es exigible para paliar las carencias de los necesitados, que son muchos más de los que imaginamos. Imprescindible es recordar, también, a todos esos científicos que trabajan contra reloj en el combate y la prevención del virus, pues en ellos tenemos depositadas todas nuestras esperanzas.
Pero también quiero expresar mi reconocimiento más sincero a los políticos. A los buenos políticos de cuyas decisiones —y de nuestro respeto por las mismas— depende que salgamos del mejor modo posible de esta situación. A esos políticos que saben que hoy no tiene cabida el miserable e inútil reproche al adversario, sino el trabajo conjunto. A esos políticos que aportan ideas, que lo intentan, que trabajan por conseguir objetivos, y no a esos otros que se limitan a recriminar presuntos fallos, siempre opinables, que hoy debemos desterrar del debate. A esos políticos que se concentran en la solución coordinada del problema presente y no en la torticera aspiración de obtener futuros réditos electorales.
No, señores. No es tiempo de hacer política de partidos ni de grupos parlamentarios o coaliciones coyunturales. Es el momento de concentrar fuerzas, de reconocer los errores que se hayan podido cometer, de suprimir del debate cualquier clase de reproche y de trabajar juntos. El coronavirus no sabe de siglas.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión