Decía, si no recuerdo mal, San Josemaría Escrivá de Balaguer en su libro “Camino”, concretamente en el punto 600: “¿Tú..., soberbia? ¿de qué?”. Eran mis ... primeros años en el Seminario de Tui tras mi paso por un colegio del Opus Dei. Por aquellos tiempos de adolescente uno se enteraba de la misa a la media, ahora bien, todos los datos a modo de vivencias, experiencias y enseñanzas que entraban en el corazón y la mente no caían en saco roto. Solo era cuestión de tiempo y madurez que todo ello fuese procesado de la manera más adecuada posible. Me temo que entonces, nuestros formadores y nuestros padres no escatimaban esfuerzos en transmitirnos todo lo que buenamente podían y de la mejor manera que sabían, aunque a veces no fuera la más adecuada. Hoy en día tengo la sensación de mucha queja y lamento, sobre todo hacia jóvenes y adolescentes, siendo esto no del todo justo. Si no metemos datos en el ordenador, éste no tendrá mucho que procesar, pues salvando las distancias lo mismo pasa con los humanos. Quizá ese sea uno de los males de nuestros días, ir por libre y sin contar con los demás. Pensar que desde nuestro individualismo y desde nuestro egoísmo nos volvemos autosuficientes. Muchas veces demasiados humanos van por la vida de sobrados, inconscientes de que ciertamente con algunas de sus actitudes y comportamientos realmente en determinados momentos dan ganas de decirles que así, en verdad sobran.
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No sé en qué instante de algún traspaso generacional hemos perdido el norte o desviado el rumbo. No sé en qué momento la vanidad y la soberbia, la inconsciencia y la indiferencia se han hecho dueñas y señoras de gran parte de la humanidad. No sé en qué momento comenzamos a confundir ideologías, creencias, religiones y hasta el color de la piel anteponiendo todo ello al ser humano y dimos comienzo a un proceso de deshumanización generalizado. Algo que en estos tiempos se evidencia cada vez más a través de comentarios y mensajes realmente indecentes y desafortunados. Cargando las tintas contra los más débiles y pasando por alto la tiranía de los poderosos. Decir que es obsceno el abrazo entre Luna Reyes (nombre y apellido de la voluntaria de Cruz Roja en Ceuta) con un joven senegalés (sin identidad, un negro de tantos) no tiene nombre. Lo realmente obsceno es el comentario, es una puñalada en los ijares del alma. Lo realmente obsceno es justificarnos diciendo que el nacionalcatolicismo tiene la culpa y quedarnos tan anchos y panchos, añadiendo que “no son solo instantáneas de la realidad, sino que son motivos visuales”.
¿Nuestra soberbia no nos permite asumir la parte que nos toca en la construcción de un sistema de relaciones humanas cada día más decadente? ¿Somos tan soberbios como para no aceptar que el otro puedo ser yo, que todos hemos nacido donde nos ha tocado y no dónde hemos decidido? Estoy con San Josemaría ¿Tú, ... soberbia? ¿de qué?
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