Sánchez ya tiene excusa

Jueves, 10 de marzo 2022, 04:00

Vidas cruzadas. Volodimir Zelenski, de payaso de la tele a presidente idolatrado por los ucranianos. Pedro Sánchez, de presidente por accidente a titiritero al que ... ya no cree ninguno de sus ciudadanos.

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Zelenski aparece cada día para gritarle al mundo la verdad de la guerra, la barbarie de la invasión rusa. Sánchez nos ofrece cada día una nueva mentira, más torpe si cabe que la anterior.

La última del inquilino de La Moncloa consiste en endiñarle al sátrapa Putin toda la responsabilidad por la subida de los precios en España. Los precios de la luz y la gasolina ya estaban disparados cuando el nuevo Stalin comenzó a masacrar ucranianos. Hace dos semanas ya estábamos batiendo todos los récords de subida del IPC de los últimos treinta años y la guerra solo ha acelerado la tendencia, pero ¿qué importa la realidad de los datos, de las estadísticas, de los números, si nuestro presidente tiene ya con la guerra un relato, una historia, la excusa perfecta para no hacer nada ante el galopante empobrecimiento de los españoles?

La mitad de lo que pagamos por la luz, la gasolina o el gas son impuestos que van a parar a las arcas del Gobierno de Sánchez. El feliz viajero del Falcon está engordando sus presupuestos a costa de saquear a las familias. Con los precios de la energía por las nubes, Sánchez obtiene una recaudación récord que destinará, de manera preferente, a comprar el voto de los proetarras vascos y los golpistas catalanes, además de destinar miles de millones de euros a los planes (planas o planos) contra el heteropatriarcado y otras cosas muy chulis de la señora de Pablo Iglesias. La misma que se declara en contra de ayudar a los ucranianos y a la que Sánchez está tardando en destituir con deshonor.

Pepe Borrell, el alto representante para la Política Exterior de la Unión, no es un embustero patológico como Sánchez, pero también tiene días malos. Como en Europa no somos capaces por el momento de renunciar al gas ruso con el que el nuevo Stalin financia la invasión, a Borrell no se le ocurre mejor cosa que pedirnos a todos que utilicemos lo mínimo posible el uso del gas. No es por nada, señor Borrell, pero aquí ya estamos recortando al máximo el uso de la caldera, como el del horno, la lavadora, la secadora y el coche. Ya lo venimos haciendo, no por hundir a Putin, sino porque nos vemos mal para pagar la factura.

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Quien sí puede hacer mucho más es el Gobierno socialcomunista de España. Tras negarse varias veces, Sánchez mandó finalmente unos lanzagranadas bastante antiguos y unas cuantas balas y ayer mismo dijo la ministra de Defensa que enviarán más material “si les hace falta a los ucranianos”. Menuda estupidez. Cualquiera que esté siguiendo las noticias de la brutal agresión rusa se dará cuenta de que el ejército de Zelenski necesita de todo, porque están peleando con hondas contra la maquinaria de guerra más poderosa del mundo.

¿Por qué no se compromete el Gobierno socialcomunista de España en ayudar más a los ucranianos? Pues precisamente por eso, porque tiene a los comunistas incrustados en el Consejo de Ministros, algunas/algunos/algunes de ellos disfrazados de pacifistas, todos ellos admiradores de la Unión Soviética que le gustaría recuperar a Putin.

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Sánchez, que se atreve a pedir explicaciones al Rey emérito justo después de que haya sido absuelto y tras haber abdicado, haberse exiliado y haber saldado sus deudas con Hacienda, haría bien en explicarnos qué hacen esa banda de comunistas en su Gobierno. Un Gobierno de la Unión Europea socio de la OTAN. Y si no puede explicarlo, que los eche de una santa vez, porque de lo contrario ningún mandatario del Occidente democrático va a confiar en nuestro país en unos momentos en que todo el mundo se juega la existencia.

Según Sánchez, la culpa de todo es de la guerra de Putin. Incluso la subida de precios en 2021, cuando ni siquiera habíamos oído hablar de la amenaza de invasión, es culpa de Putin. El dato escalofriante de que España es el país con la inflación más alta entre los grandes de Europa, muy por encima de Alemania, Francia e Italia, por encima incluso de nuestros vecinos portugueses; o el hecho incontestable de que seamos la economía que más lento está recuperando el nivel de producción anterior a la pandemia, no van con el okupa monclovita.

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Él ya ha encontrado en la guerra la coartada para justificar el desastre al que nos lleva de manera inexorable y duerme de nuevo feliz. Ni siquiera sabe cuánto le pagamos por la factura de la luz ni por cuánto nos sale cada viaje suyo en el Falcon. Si es una millonada, ya saben, culpa de Putin.

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