Sánchez, Rey Sol

DE este presidente del Gobierno podemos esperar cualquier cosa. No hay principio, compromiso o programa que Pedro Sánchez no sea capaz de vulnerar, incumplir o ... enmendar. Lo único seguro con este personaje es que tarde o temprano cambiará de opinión y de estrategia. Casi siempre para peor.

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En el caso de Marruecos, el esquizofrénico inquilino de La Moncloa ha elevado al delirio su capacidad para sorprendernos con lo uno y lo contrario. Primero provocó un conflicto de enormes proporciones con el país vecino al dar cobijo al líder del Frente Polisario, operación en la que el Gobierno quebrantó la ley, falsificó, ocultó y mintió a placer. Influido por las simpatías de sus colegas comunistas respecto a Brahim Ghali, Sánchez se alineó con el enemigo número uno del régimen alauí y consiguió que Mohamed VI enviara miles de niños contra la valla de Ceuta como respuesta.

El Ejecutivo socialcomunista se alineaba así con las tesis del Polisario, mientras Rabat retiraba a su embajadora en Madrid y Estados Unidos estrechaba sus relaciones diplomáticas y militares con Marruecos, con maniobras conjuntas y venta de aviones de última generación.

Pero hete aquí que el pasado viernes Sánchez se levantó con el pie cambiado y pegó un giro de ciento ochenta grados a su política en el Estrecho. En medio de la gira por Europa para pedir apoyo a los países de la Unión a las medidas para rebajar el precio de la energía (que por su parte ni aplica, ni define), descubrimos que ha enviado una carta el Rey marroquí en la que se rinde a sus planteamientos respecto a la autonomía del Sahara. Sin dar cuenta a nadie en Europa, ni a la oposición en España, y mucho menos a sus compañeros comunistas de Gobierno, a quienes ningunea y pisotea día sí y día también, sabedor que de ninguno/a dimitirá porque viven como ricachones con el sueldo y las prebendas de los ministerios.

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Así España ha pasado de ser adalid del referéndum defendido por las resoluciones de la ONU a fiel aliado de los intereses anexionistas de Marruecos. De paso, deja tirados a los saharuis que tanto confiaban en nuestro país

Quizás es pronto para afirmarlo, pero este cambio radical de posicionamiento puede acarrear un conflicto muy grave con Argelia, cuyos dirigentes defienden la consulta al pueblo saharaui como “un imperativo ineludible”. La metedura de pata es todavía más profunda si tenemos en cuenta que ahora mismo el suministro de gas a España depende de Argelia, país al que compramos la mitad del gas natural que consumimos. Se puede liar una muy gorda, pero ¿le importa eso siquiera un poquitín a nuestro fatuo presidente?

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Más bien no. Sánchez está ahora muy ocupado en forjar su imagen de líder mundial, para lo cual no solo ha iniciado el rodaje de una serie sobre su persona a lo largo de todo un año, sino que está recorriendo Europa en Falcon saludando a todo mandatario dispuesto a recibirle, aunque nadie sepa a ciencia cierta para qué.

De momento el gobierno argelino ha considerado el gesto de Sánchez como “una traición histórica” y ha llamado a consultas a su embajador en Madrid. El cabreo en Argel es monumental.

La oposición liderada en la distancia por Feijóo considera roto el consenso en política exterior ante la “frivolidad y temeridad” del “volantazo” del Ejecutivo sanchista. Se queja también el líder gallego de que el presidente no le ha consultado en un asunto tan sensible para España. No le falta razón, pero tendrá que acostumbrarse. El famoso pasajero del Falcon ni siquiera consulta con sus compañeros de Gobierno, como para acordarse de la oposición. Sánchez ha caído de lleno en el absolutismo del “España soy yo” y sus aires de grandeza, siendo un cero a la izquierda en política internacional, nos van a llevar al desastre. Más todavía.

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