Todo buen gallego que se precie sabe sobradamente que los meses para comer buen marisco son los que tienen r. Estamos en noviembre y la ... r se hace presente, en un mes muy gastronómico para los gallegos que siempre entendemos la mesa como lugar y espacio de acogida y encuentro, más allá de la última campaña publicitaria de una reconocida cadena de supermercados de Galicia. Pues en este mes la r nos sirve también para recordar, rezar y rogar por aquellos que formaron parte de la mesa de nuestra vida. No puedo por menos que recordar aquí y ahora a alguien a quien puedo llamar cariñosamente “rara avis”, alguien que formaba parte de esa bandada de seres humanos con sentido común y corazón. Especie en extinción o cuando menos escasa, a juzgar por los derroteros que nuestra España parece tomar. Ese letrado de muchos conocido, de muchos querido y al que siempre estaré agradecido porque en él, más allá del código de derecho, triunfaba la humanidad de la ley. Descansa en paz y cabalga de nuevo entre las encinas del paraíso, que seguro que las hay y son eternas, porque en el cielo los árboles no mueren de pie, se mantienen en pie querido Fernando García Delgado.
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Este triste suceso de la pérdida de Fernando me da para pensar en la necesidad de que la “rara avis” deje de serlo y se convierta en especie común para que, el menos común de los sentidos, recobre su presencia y calme las aguas turbulentas en las que se mece la avifauna humana nacional y la política en particular. No me cabe la menor duda que cada vez se considera más normal lo raro y más raro lo que siempre se consideraba normal. Recuerdo a un compañero y paisano que estudió Teología en Salamanca tras años surcando los mares y faenando en las costas gallegas, era lo que entonces llamaban vocaciones tardías. Bueno a aquel buen hombre, de vez en cuando, alguien le decía que era raro y él siempre contestaba con cierta ironía: “eso me gusta porque entonces iré al cielo, porque raro es el que va al cielo”. Esperemos que ese no sea el criterio, de lo contrario puede haber overbooking celestial y algún que otro cruce de caminos de más de uno buscando sus verdaderas raíces.
Volviendo sobre la r de los crustáceos tengo la sensación de que nos estamos volviendo cangrejos, por aquello de caminar hacia atrás o de lado. Me llama la atención que en un mundo cada vez más global, donde las fronteras se caen, aún queden quienes sigan pidiendo, como aquel autonómico niño, un mapa mundi de Porriño. Ombligo tenemos todos y todos tenemos derecho a lucirlo, eso sí, con pudor y sentido del ridículo cuando haya menester. Menester es de ampliar la mirada, de tomar conciencia de lo pequeño que se nos queda el mundo. El jamón de Guijuelo triunfa en Japón y el pulpo que se come en Carballiño se pesca en Marruecos.
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