Me da igual década y media que tres lustros, a esos quince años habría que añadir los que anduvimos a gatas, muy discretamente, por no ... decir casi a escondidas. Era el año 97 cuando por circunstancias de la vida y de las inquietudes personales surgió la idea de poner en marcha Proyecto Hombre en Salamanca. Sí, el tiempo no se detiene y da la razón o la quita. Muchas fueron las vicisitudes y las adversidades. A veces tratar de hacer el bien es más complicado de lo que parece. No siempre la solidaridad va sobre ruedas ni tiene el viento a favor. Muchas veces se nos llena la boca hablando de solidaridad y nos venimos arriba hasta que le ponemos cara, la visibilizamos ante nosotros y en nuestro entorno, entonces aparecen los miedos, excusas, justificaciones,€ Otras veces, tristemente la solidaridad está reñida con intereses particulares o se camufla tras ella la empresa de servicios sociales de bajo coste.
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Nuestra sociedad de hoy adolece de solidaridad profunda, honrada, honesta, auténtica y coherente. Tres lustros y algo más al frente de Proyecto Hombre en Salamanca me ha permitido conocer muchas de mis debilidades, las de la propia ONG y las del mundo de la solidaridad. Me permite una visión más amplia para ver, en muchos casos, la triste evolución solidaria en función de la subvención, de lo políticamente correcto más allá de lo humanamente, moralmente y socialmente necesario.
Escribo estas líneas desde tierras portuguesas, recordando el recientemente fallecido don Augusto Pimenta, cónsul de Portugal en nuestra y también su querida Salamanca, uno de los primeros apoyos que tuve en la fundación de Proyecto Hombre. Cónsul universal de valores humanos y cristianos, de la amistad, la educación y la delicadeza, educado en grado superlativo. Junto a él, José Castro, sacerdote gallego entonces afincado en Salamanca que cuadraba cuentas en el Seminario de Calatrava. Guadalupe García de Dios, responsable de relaciones instituciones de lo que entonces era Caja Duero, a la que conocí en mi labor pastoral en San Morales. Finalmente el cuarto que se embarcó fue Emeterio Peralta, abogado laboralista, ateo y, por encima de todo, solidario callado y provocador de filias y fobias. La Fundación cuajó poco a poco con la suma posterior de otros patronos, pero aquellos cuatro fueron los primeros que entendían, asumían y aportaban. Cuento esto porque es importante tomar conciencia de la riqueza de cada persona, más allá de credos e ideologías. Solidaridad rima con humanidad, cuando esa rima se rompe el barco se hunde. Humildad, bondad, honestidad y tantos otros términos asumidos con seriedad, sumados a todo lo anterior y vividos con el corazón hacen que el mundo de las ONGs mantenga su identidad, su razón de ser y su dignidad. Es tiempo de recordar, evaluar, mejorar y continuar. En nombre de Proyecto Hombre, gracias a esa Salamanca solidaria, de compromiso y esperanza que a través del tiempo nos ha dado la razón.
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