Yo también creo en el periodismo, y doy las gracias a los periodistas -no como Iglesias, que anima a insultarlos-, por mantenernos informados. Así lo ... proclama a toda página la Asociación de Medios de Información. Pero hay días que a uno le dan ganas de dejar el periódico y echarse a llorar. Ayer fue uno de esos días. No es solo que España perdiera una votación europea -en la lejana Bruselas-, o que por aquí se oyeran disparos, sirenas -en la cercana Béjar-. Es que cayeron tres viudas en la cuneta de un tranquilo lugar, mientras paseaban y charlaban apaciblemente. Es que me topo amargamente con otras tres esquelas que no hubiera querido ver: Paco, abogado -la mesura-; Trini “la cubana”, empresaria -la hermosura-; Sofía, poeta -la ternura-. Cualquier día... “Y pensar que no puedo, en mi egoísmo,/ llevarme el sol ni el cielo en mi mortaja”, como nos recordó siniestramente Foxá.
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A los que seguimos no nos queda otra que hacer lo que me repite Paquito (un educador que me ha salido por parte viejo): “¡Tira...tira!...”. No debemos echarnos al surco. Por eso vamos tirando, que no es poco. Pero que conste que también los opinantes tenemos flaquezas y el derecho a abandonar. Hay días -hoy es uno de tantos-, que cuesta teclear opinando de la actualidad, cuando los sentimientos llevan al llanto y al ocio. ¿Por qué no lo hago? Es posible que algunos odiadores lo celebraran, pero para que ellos se jodan, y un amigo siga comprando LA GACETA para leernos -como me confesó ayer un Santiago, inesperadamente-, vuelvo al tajo, me trago los pesares, los echo a mis pordentros, y ¡hala!, a juzgar lo que me venga en gana, criticando o elogiando.
Nadia Calviño, la muñequita linda, la preparadísima ministra, se ha llevado un chasco perdiendo la votación para la presidencia del Eurogrupo. Desvela -mal hecho -, que tenía diez votos comprometidos, y uno la ha traicionado. Pero coño, si eso es lo usual en las votaciones secretas, deleitarse en la vileza. Tampoco logró antaño Luis de Guindos ocupar la vicepresidencia del Banco Central Europeo. Y se nos olvida que hace pocos días, nuestra ministra de Exteriores, retiró a tiempo su candidatura para dirigir la Organización Mundial del Comercio. Es lo que hizo gemir a Romanones, cuando rechazaron su ingreso en la Academia de la Lengua. Creía tener asegurados los votos y en frase lapidaria exclamó: “¡Joder, qué tropa!”. El último sapo de la misma ilustre institución, tuvo que tragarse recientemente Caballero Bonald, que se presentó con supuestas garantías ¡hasta en tres ocasiones!, y ni por esas. No dijo tacos, simplemente “no me ha gustado nada lo que ha pasado”.
Hay algunas versiones charras de esas deslealtades. La más sonada históricamente fue la derrota vejatoria -y a mi entender, injusta-, a que sometieron los salmantinos en 1977 a Don José María Gil Robles, el político local mas influyente durante la IIª República. Encabezó una lista de la Democracia Cristiana que cosechó apenas cuatro mil votos. Sus pocos mítines estuvieron abarrotados y le habían prometido exaltadamente el voto más de ocho mil “fieles”. Aunque lo más sutil que he escuchado es lo que contaba Pepe Bonilla del Magistral o Deán que quería meter a un sobrino en el Cabildo catedralicio, habiendo otro candidato más solvente. Se le ocurrió argumentar, artera y reservadamente con cada elector, que como a su sobrino no le iba a votar nadie, el suyo fuera un voto aislado, testimonial. El Nepote triunfó por mayoría absoluta.
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Pongámonos en el pensamiento del ministro europeo “traidor” a Nadia Calviño. Ella tiene una preparación excelente, pero no mejor que la del irlandés triunfador, ni que otras docenas de europeos que pululan en Bruselas. Ella aceptó entrar en un Gobierno con comunistas, separatistas y terroristas (su última infamia, tintar la tumba del socialista asesinado Buesa), todo lo que a Europa, a muchos de ustedes, y desde luego a mí, nos repugna. Ella presentó en Bruselas unas cuentas amañadas. Ella es de un gabinete que preside un político, mentiroso compulsivo, que no es de fiar, porque además de impostor desde su doctorado, atenta contra una de las instituciones de más prestigio en Europa e Inglaterra, la Monarquía (“perturbado” por el Emérito, va contra el titular y la inviolabilidad) ; deja complacido, sin desmentir, los desvaríos de su vicepresidente Iglesias (con su hemeroteca y videoteca escabrosas en la chepa); no asiste siquiera al funeral de Estado por las víctimas del corona-virus con el fútil pretexto de un almuerzo... ¿Sigo?
Mañana elecciones en Galicia y País Vasco (con candidato “no español”). ¡Suerte, España!, que te nos descoses.
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