El corazón de esta ciudad es su Plaza Mayor. Sus latidos han marcado siempre el pulso ciudadano. Siendo éste normal, Salamanca se refleja en su ... hermoso salón, respira, rebulle, ¡vive! Nunca estuvo vacía. Se enlazaban el crepúsculo y la aurora, tic tac, el trasnoche jaranero con la madrugada laboriosa; algún insomne; noctámbulos que volvían del trato con las pilinguis del Barrio “Pocho”, pasaban el relevo a los del chocolate con churros que venían de las “Tres G”; estudiantes previsores, Fermín montando su kiosco, los proveedores descargando, el tempranero paseando su mascota, tic tac, o los camareros montando las terrazas, como Sísifo con su pedrusco. El corazón de Salamanca, su hermoso escaparate, bombeando rítmicamente vida, afanes, bullicio. Nuestra plaza - única -, puede presumir de pluriempleada. Ha presenciado desfiles, ha sido jardín, trono y altar, lonja, desafiadero, coso taurino, tablero de ajedrez, noria de paseantes, alcahueta, tertuliadero, cancha deportiva, escenario teatral, solárium, facedor de noviazgos y celebración de bodas, sala de conciertos y exposiciones, altavoz para proclamar repúblicas, destronar reyes, o lanzar partes de guerra, incluso patíbulo para ejecuciones. Pero, sobre todo, es el gran salón de cada uno de los salmantinos.
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Sin embargo, hace unos días, nuestra admirada, querida ágora, esa plaza castellana insuperable, nuestro corazón ciudadano, alentando durante más de 250 años, afectada por la pandemia, sufrió un colapso, una insuficiencia circulatoria, y entró en parada cardio-respiratoria. Fue la “reclusión mayor a muerte” decretada por las autoridades. Van quinientos fallecidos a los que nadie pudo indultar. Las UCIS comienzan a saturarse, y somos muchos intentando eludir el contagio, confinados, llenos de miedo, esperando una prometedora vacuna.
Algunos la retrataron desnuda. Su foto, vacía pero iluminada, fue reproducida en portada de diarios nacionales y extranjeros, y era la imagen misma de la desolación. “Toque de queda”, todos quedos o zombis. Precisa un desfibrilador. Que alguien acuda a transitarla, la socorra, le haga maniobras de recuperación, para que vuelva a respirar y latir. Necesita algarabía, vecinos, turistas, mercachifles, fotógrafos, pedigüeños, cotillas, terrazas, póngame un café, sírvame un gin-tonic...Algún día, esa Plaza Mayor, que nuclea la vida de nuestra ciudad, volverá a bullir, contemplará de nuevo el éxtasis de los turistas y será hollada – 24 horas al día, hasta desgastar sus losas -, por los salmantinos, que no podemos estar sin ella.
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