Más cine por favor

Como cada año por estas mismas fechas, la entrega de los Goya ha resucitado la polémica sobre las subvenciones al cine español. Según muchos, ... los sufridos contribuyentes no merecen soportar ese lacerante baldón ignominioso al que nos somete ese gremio de cómicos y titiriteros tendenciosos, que viven de nuestro esfuerzo, desperdiciando fondos públicos. A mi juicio, ese planteamiento está plagado de errores y es manifiestamente injusto.

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El cine no es una carga que recorte nuestro derecho a la sanidad o a la educación. Es cierto que el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) destina actualmente algo más de 100.000.000 EUR anuales a ayudas. En Italia, esa cifra es cuatro veces superior. En Francia, seis. Pero no sólo la cuantía es relativamente pequeña, sino que es muy rentable. Calculadora en mano, el negocio de la cinematografía nacional multiplica esos números por tres en forma de impuestos directos e indirectos, aportando cotizaciones a la Seguridad Social; y todo ello a pesar de los beneficios fiscales que otorga la vigente normativa. El Estado no gasta, sino que invierte en el cine.

Tampoco es cierto que las subvenciones favorezcan la financiación de historias que adoctrinen; que estén preconcebidas para la progresía cultureta. Tras su reforma de 2015, la cuantía de las ayudas otorgadas al amparo de la Ley del Cine se determina a partir de una serie de criterios objetivos y tasados tales como la trayectoria profesional del director y los logros por él previamente obtenidos, la solvencia de la empresa productora, la viabilidad del proyecto o su previsible impacto socioeconómico. En resumen, derivan de la aplicación de un algoritmo, no del capricho del gobernante de turno.

Y si el sistema —mejorable, por supuesto— no genera perjuicios económicos ni intelectuales, necesariamente debemos tener siempre presente que el cine constituye un elemento básico de la entidad cultural de un país, de su sensibilidad, de su belleza. Necesitamos más Amenábar, más Almodóvar, más Sepúlveda. Más Garci y más Trueba. Necesitamos contar con nuevos artistas que palien la inmensa pérdida de Berlanga, de Camus, de Buñuel, de Cuerda,... Necesitamos que amanezca, que no es poco, y, sin subvenciones, la linterna mágica corre el riesgo de apagarse.

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