La verdad es que así anda el patio, confuso o confundido más que Dingo en sus mejores noches. Hoy aquello de “el patio de mi ... casa es particular, cuando llueve se moja como los demás...” pasó a la historia. Hoy el patio de cada uno es de todos, entra en el quien quiere y le da la gana. Lo increíble es que a veces uno ni se entera. Entran, te revolucionan todo, alborotan a tus amigos y conocidos, te ponen a todos del revés y tu, con cara de bobo, asumes que los demás te miren, te hablen o incluso te traten como un bicho raro. Infeliz de ti hasta que caes en la cuenta o alguien, algún amigo leal, te dice lo que hay. Aunque realmente lo que hay es mucha envidia, escasa vida propia y falta de madurez. Todo eso y algo más, a veces hay que añadir algo patológico, lleva a que muchas personas se metan en la vida ajena huyendo de la propia que les resulta muy triste, anodina e incluso patética por momentos. Por lo tanto ya no hablamos de “en tu casa o en la mía” como si del conocido programa de televisión se tratara, si no más bien de en tu vida o en la mía. Hemos llegado a un punto en el que saltando las barreras de la ética, la moral y la integridad humana, nos metemos, como elefante en una cacharrería, en la vida de los demás. Muchas personas no sé si son conscientes del alcance de dicha intromisión y la repercusión que puede tener ese allanamiento de morada para la persona a la que se le invade su espacio íntimo y personal. Hoy por hoy, este dislate comportamental se está extendiendo como mancha de aceite y ha pasado de poder considerarse una enfermedad rara a una pandemia social, normalizada y asumida como algo natural. Aunque el latín se estudie poco, para desgracia de muchos, a veces viene a colación alguna locución de dicha lengua. Verbi gratia “homo homini lupus”, frase escrita por Plauto en su obra “Asinaria” (Comedia de los asnos) no necesita traducción, aunque con tanto cambio en los planes de estudios uno tiene serias dudas y ciertamente se siente raro y le duele el cuello de tanto mirar hacia atrás, hacia adelante y hacia todos lados, que parecemos la niña del exorcista. Por favor déjennos mirar y vivir el presente en paz. El problema no es la traducción si no que lo hagamos realidad y nos convirtamos en manada depredadora que hace sangre, aparentemente, sin motivo ni razón. En fin, que por más que muchos se empeñen, este mal no es por causa de los políticos ni de los medios, es algo personal e intransferible. Hemos de asumirlo en primera persona, más allá de las influencias externas, porque la última decisión corresponde a cada uno de nosotros y no depende de nadie. Yo pienso, yo siento, yo actúo, en definitiva yo decido.
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