Maldito sea el Tío Calambres que dio su sangre ‘pa’ mi salud”. Así reza el estribillo de una canción que popularizó hace muchos años Luis ... Aguilé. Narraba la historia de la víctima de un accidente de tráfico a la que pusieron una transfusión de sangre del citado Tío Calambres y que a, partir de ese momento, sufrió calambrazos constantes en su cuerpo, incluidas dificultades para hablar, que Aguilé escenificaba cantando. Esto es algo muy parecido a lo que nos viene sucediendo a los consumidores y usuarios cada vez que nos aproximamos a un interruptor de la luz o de un aparato eléctrico, y nos pensamos muy mucho si lo apretamos, o no, por aquello de que nos dé un calambrazo de padre y muy señor mío. Y no precisamente por la energía que pueda descargar y sacudirnos al accionar el instrumento, sino por lo que sucederá en el futuro inmediato, cuando nos llegue la factura y veamos la cifra final.
Publicidad
Recuerdo que este asunto, el de la subida de la luz, fue una de las banderas que los socialistas y los de Podemos, ambos ahora en el Gobierno, utilizaron contra Rajoy y su equipo, cuando años atrás se produjeron incrementos de la tarifa muy inferiores a los actuales. Ayer circula un mensaje para las redes que reflejaba muy bien la situación: “a ver si empieza a bajar la luz al precio de los tiempos de Rajoy y por fin sale la gente a la calle a protestar”. Además, algunos miembros importantes del actual Ejecutivo y de los dos grupos políticos que lo sustentan han declarado que la culpa no es suya, sino de Rajoy y su gente. Y, digo yo, ¿por qué no culpan a Rodriguez Zapatero, a Aznar, a Felipe González, a los Ejecutivos de Leopoldo Calvo Sotelo, Adolfo Suarez, Arias Navarro y, ya puestos, a Franco? Que yo recuerde España no ha contado nunca con un Pacto de Estado en política energética entendido de la siguiente manera: cuanta energía necesitamos hoy y a medio plazo y como la obtenemos, sumando la producida aquí y la que es necesario importar, trabajando con distintas hipótesis para conseguir el mejor precio. Visto lo visto, es muy sencillo de plantear, pero debe ser muy difícil de ejecutar, porque no se sabe de la existencia de un pacto de este tipo.
Y ya que comenzaba con Luis Aguilé voy a terminar también con él. Hay otra canción de este autor e interprete que se llama “señor Presidente”. Comienza de la siguiente manera: “yo soy un ciudadano común y corriente, solo tengo un voto que usted me ha pedido... esperando confiado que llegue ese día en el que vea cumplido al pie de la letra lo que ha prometido”. Pues eso. Que cumpla Sánchez en lo de la luz y otras muchas promesas que hizo.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión