No es que tenga mucha confianza en las encuestas que hace el CIS de Tezanos, pero sí que me hubiese gustado ver en la que ... se publicó ayer la valoración de Isabel Díaz Ayuso. No ha sido posible, porque solo se preguntaba por los líderes de los principales partidos. No sé si el narcisismo de Pedro Sánchez, que obtuvo 4,5 puntos, podrá soportar que Yolanda Díaz haya conseguido una décima más, hasta 4,6. En tercera posición se sitúa Íñigo Errejón con 4,2 y a continuación Inés Arrimadas, que logra 3,6. Pablo Casado obtiene 3,4 y, por último, Santiago Abascal va de farolillo rojo y se tiene que conformar con 2,4 puntos, según reza el Barómetro de septiembre del Centro de Investigaciones Sociológicas. En caso de haberse incluido en la lista a Isabel Díaz Ayuso, ¿cuál hubiese sido su resultado? He ahí la gran incógnita que no se ha despejado, con una segunda derivada: ¿Habría superado en puntuación a Casado, como ha sucedido entre Yolanda Díaz y Pedro Sánchez?
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Mientras tanto, han estallado en toda su crudeza las hostilidades entre Isabel Díaz Ayuso y su equipo y Pablo Casado y el suyo. Era cuestión de tiempo. Ha sido a cuenta de la lucha por el puesto de máximo responsable del PP de Madrid. Pero es la excusa. Podría haber sido por cualquier otro motivo. Las relaciones entre Génova y la Puerta del Sol han sido manifiestamente mejorables. Teodoro García Egea y sus adjuntos no se fían, ni de Ayuso, ni de su gurú, Miguel Ángel Rodríguez. Este ha ido bastante por libre, lo mismo que su presidenta, y después de los resultados electorales de principios de mayo la crisis de relaciones ha ido a más. Ya he escrito en estas mismas páginas que un día (a no mucho tardar, aventuraba) Isabel Díaz Ayuso tendrá que elegir entre su fidelidad y lealtad a Pablo Casado, con el que ha mantenido una estrecha relación, y sus ambiciones políticas, siempre legítimas. Me parece que ya ha llegado ese momento y, si no, está a la vuelta de la esquina. Por si no hubiese suficientes ingredientes e intereses en juego, en La Puerta del Sol (Ayuso) no se fían de los inquilinos de Cibeles (el alcalde Almeida).
Dicho lo anterior, lanzo una idea para la reflexión de los protagonistas: el votante de centro y derecha tolera mucho menos que el de izquierdas las peleas y las luchas internas en los respectivos grupos políticos a los que apoyan. Es de esperar que los “idus” de septiembre no estén nublando la mente de los protagonistas de la batalla que tiene lugar en Madrid, porque puede tener consecuencias muy negativas para ellos. El único con posibilidad de salir beneficiado es Pedro Sánchez. Por cierto, yo en su lugar estaría más que preocupado ante la posibilidad de que salte un chispazo por el lío eléctrico y provoque un incendio social y político de primera magnitud.
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