Diarrea verbal

Ciertamente y a golpe de lunes no quiero ponerme escatológico, pero tengo la sensación de que en algunos casos más que con diarrea muchas personas ... parecen estar en un estado de colitis crónico, inconscientes de lo nauseabundo y vomitivo que puede resultar su discurso. No centre su pensamiento quien me lee, en los mítines y en quienes se hacen presentes a través de ellos, de un modo especial en este tiempo tan electoral. No, bien es verdad que la dialéctica del político también puede resultar repetitiva, cansina, soporífera o incluso en algunos casos de mal gusto. Pero no, los políticos dentro de lo que cabe dan la cara, a riesgo de que se la partan, al menos electoralmente o en el propio partido si se salen del marco. Tampoco piense nadie en las últimas aportaciones del llamado feminismo animalista pidiendo que “todas las hembras de todas las especies sean iguales a todos los humanos”, defendiendo a las gallinas como “aves de enormes virtudes” y tachando a las mujeres que cocinan huevos como “traidoras de su propio género” y de “antifeministas”. Sin comentarios, porque quizá desde mi ignorancia me quedo sin palabras y no logro entender todavía ciertos planteamientos, por llamarlos de alguna manera. No van por ahí mis renglones torcidos, van simple y sencillamente para el mortal de a pie. Pero más concretamente para aquel o aquella persona que, careciendo de vida propia, se pierde por los vericuetos de la ajena, aquel o aquella que no teniendo empresa ni labor destacada, organizan las de los demás. Es llamativo como las redes sociales son un caldo de cultivo y un hábitat natural para este tipo de perfiles, personas que desde la valentía del anonimato vierten toda clase de opiniones y comentarios sobre cualquier tipo de tema, realidad o circunstancia sin encomendarse a Dios ni al Diablo. Hacen suya la máxima de “difama que algo queda” y se ponen manos a la obra durante su tiempo libre que, sin duda alguna, es más del que a muchos nos gustaría disponer. Llama la atención como sin tener contrastada la información, sin conocimiento mínimo y simplemente de oídas o por los comentarios de otros, son capaces de plantear todo tipo de tesis magistrales que para sí las quisieran muchos catedráticos. No sé cómo ni como no pero este tipo de personas, que dejan chicos los mentideros y solanas de los pueblos, podrían también manifestarse claramente. No tienen por qué temer nada ni considerarse unos proscritos. No parece muy coherente que defendiendo y proclamando la libertad de expresión, tiren la piedra y escondan la mano. Quizá sea hora de cortar tanta diarrea y colitis verbal anónima. A veces huele mucho y quién más quién menos tenemos que ir al baño. Enviado desde mi Huawei

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