Si hay algo que nos iguala a todos en la vida es la salud. Seas quien seas, estés donde estés, los problemas de salud nos ... reducen a todos a casi nada. Un profesional de la sanidad siempre lo es esté fuera o dentro de la jornada laboral. Tengan la bata puesta o unos chinos y una camisa, siempre sale un médico o enfermera o sanitario ante una urgencia en un lugar público. Desinteresadamente alguien se identifica y tranquiliza al enfermo mientras llegan los servicios de urgencias.
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Un día te levantas como si nada pudiera ocurrir y, sin avisar, te llega una lección de humildad y te encuentras siendo atendido.
Este ojo que observa no puede por menos que hacer una alabanza a los profesionales de urgencias. Empezando por los destacados del helicóptero del 112, los que piensas que siempre están para otros, pero no para ti, hasta que la vida te pone en sus manos; un Raúl y una Helena, que se desviven por hacer que la urgencia se convierta en algo tranquilizador. Porque para estar al servicio de la salud no sólo has tenido que estudiar y mucho, hacer un MIR o una oposición o una especialidad, además has de tener ojo clínico para diagnosticar; pero sobre todo has de tener una calidad humana y una empatía que te unan, en comunión casi, con las personas que están asustadas y muertas de miedo ante la incertidumbre de lo desconocido.
Y así es el mundo en el que se desenvuelven infinidad de profesionales, Rosina, Ramón o especialistas como Francisco o... tantos y tantos que bajo una presión incontable, se ponen a nuestra disposición cuando la salud lo requiere. Da igual que sea pública o privada, ellos conforman un grupo de elite encargados de parar todos los penaltis que la vida tira a diario sobre la población 365 días al año, año tras año.
A los usuarios en esos momentos todo se nos hace eterno... se pierden los nervios e incluso los modales y la educación, porque el dolor es muy malo, el miedo atenaza y porque ante situaciones límite, el ser humano responde de manera incontrolada. Ellos soportan estoicamente esas situaciones a diario, incluidas las agresiones o las denuncias.
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Aquí va mi reflexión. ¿Están suficientemente dotadas las unidades de urgencias? ¿El dinero del contribuyente se invierte para lo que realmente se necesita? Mi respuesta es NO. Sin ningún tipo de duda. No dan abasto, son muy pocos y son humanos también. Llevan batas pero no alas, y eso no les convierte en súper héroes. Ellos son los primeros desbordados y a pesar de sus esfuerzos, no pueden llegar a todo. Den un día una vuelta por urgencias y verán cómo el trabajo que allí se desenvuelve es ingente.
Sanidad y educación son prioritarias. En ellas es donde debemos invertir nuestros recursos por encima de todo. Se nos va el dinero en egoísmos territoriales, en asesoramientos inútiles, en partidas incomprensibles y lo realmente urgente, se olvida.
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