Ya hay calefacción en la Universidad de Salamanca. Que enciendan los radiadores en la institución académica no sería noticia cualquier otro año, pero este otoño, ... después de que más de una universidad haya anunciado que, ante los elevados precios del gas, no va a encender los radiadores, la puesta en marcha las calderas en el Estudio es motivo de comentarios en los pasillos. Sin duda, hubiera sido una mala idea dejar sin calefacción las aulas y despachos en una ciudad como Salamanca, donde es normal que las temperaturas mínimas bajen a cero grados. Eso sí, aunque los radiadores han comenzado a funcionar, solo lo hacen algunas horas, así que no han tardado en llegar las quejas de los alumnos que no se benefician de las horas de calefacción.
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El ‘veroño’ del que hemos disfrutado en el mes de octubre ha sido un alivio para la Universidad y el resto de instituciones, ya que han podido retrasar el encendido de sus sistemas de calor al igual que las comunidades de vecinos y los particulares. Y es que se nos ha metido tanto miedo con el tema del precio del gas que algunas personas solo con pensar en la próxima factura entran en calor.
Fuera de bromas, toca tirar de mantita, forro polar o chaquetita en casa, pero también en el centro de trabajo. Es habitual ver a profesores o personal de administración de la Universidad, pero también de otras administraciones, con estufas debajo de la mesa, según dicen, para calentarse los pies porque con las puertas abiertas tienen corriente y se quedan helados o la temperatura de la calefacción no es suficiente. Es cierto que en todos los edificios no hay la misma temperatura y que hay despachos muy fríos, pero este curso, con los precios de la energía disparados, deberían dejar las estufas guardadas en el armario y en su lugar comprarse unas buenas botas con forro interior para que no se les queden los pies fríos. Como bien dijo la presidenta de la Comisión de Economía la semana pasada en el Claustro universitario, hay que concienciarse para que los ahorros de la Universidad no se “quemen” en pagar la factura energética.
Este problema no es exclusivo de la Universidad, sino que afecta a todas las administraciones públicas.
Seguro que cuando han salido a pasear por la noche en más de una ocasión han visto edificios de distintas administraciones iluminados. No me refiero a la luz exterior, sino a las luces de dentro de los despachos, de las salas de reuniones o de los laboratorios. Es algo que nunca he podido entender, quizás tenga alguna explicación, pero yo la desconozco y, por lo tanto no puedo entenderlo. No lo hacía cuando todavía no se hablaba del alto coste de la electricidad o del gas, pero mucho menos ahora, con los precios por las nubes. Todos sabemos que pagar la factura de la luz es cada vez más caro, sin embargo, hay personas que parece que piensan que esta ‘guerra’ no va con ellos y no se preocupan lo más mínimo en dejar la luz apagada. ¿Harán lo mismo en su casa? No lo creo, es más, pienso que incluso será de los que van detrás de los niños apagando los interruptores del pasillo de casa o de los dormitorios.
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Como solución ante este problema, algunas administraciones han optado por generalizar el teletrabajo para cerrar algunas secciones en sus grandes edificios. Esta medida quizás pueda tener un efecto positivo en algunas oficinas, pero en muchas es sólo es un paripé pues realmente mandan a diez trabajadores a casa y se quedan dos, cada uno en una zona del edificio, de manera que el inmueble sigue abierto en su totalidad, con el mismo coste de luz y gas, y seguro que alguna estufa encendida. Hay que concienciarse y apagar el interruptor.
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