El nuevo decreto del Gobierno para los estudios de Enseñanza Secundaria Obligatoria, la ESO, no solo aleja las posibilidad de tener una EBAU única, sino ... que incrementa las diferencias en la enseñanza que reciben los estudiantes de las distintas comunidades autónomas.
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“Queremos que sea una prueba alineada con la Lomloe y con las líneas de reforma curricular que llevamos a cabo y que garantice la igualdad y la autonomía de las comunidades autónomas y que sea más justa también con los estudiantes”, afirmaba en el mes de febrero la ministra de Educación, Pilar Alegría. Probablemente la nueva EBAU, que parece será una realidad en 2024, estará en línea con la reforma educativa que ha puesto en marcha el Partido Socialista, pero dudo mucho que pueda garantizar la igualdad y justicia de la que habla la ministra cuando los estudiantes cada vez van a aprender contenidos más dispares.
¿Cómo se van a poder examinar de Historia en igualdad los alumnos cuando van a ser las comunidades autónomas las que determinen si estudian el descubrimiento de América o la Revolución Francesa? Es cierto que los cambios en Historia afectan a la ESO, pero no se puede olvidar que es la etapa previa al Bachillerato y, por lo tanto, es clave para sentar las bases de la formación preuniversitaria de los alumnos.
Los profesores de Historia se han echado las manos a la cabeza, con razón, cuando se han enterado de que ya no se estudiará de forma cronológica, sino mediante una especie de bloques temáticos en los que se asocian temas tan diversos como los esclavos y obreros de la revolución industrial. Todos sabemos que es necesario conocer nuestro pasado para entender el presente. El mejor ejemplo lo tenemos ahora mismo con la invasión de Ucrania por parte de Rusia. ¿Se puede entender el conflicto sin conocer el pasado histórico y a las tensiones políticas y guerras que antecedieron a esta situación? No.
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Pero el despropósito del Gobierno de Pedro Sánchez no termina aquí. Según su planteamiento van a ser las comunidades autónomas las que decidan si los estudiantes cursan la materia de Filosofía o no. “Una mente bien ordenada requiere del estudio de la Filosofía”, ha comentado con gran acierto el rector Ricardo Rivero. El problema debe ser que quienes han elaborado este decreto carecen de ese orden tan necesario.
Además, en el tema de la Filosofía el Ejecutivo ha engañado a los españoles pues, como ayer recordó el decano de la facultad de Salamanca, el PSOE ha incumplido el acuerdo que firmaron en 2018 cuando se unieron a otros partidos para reforzar la Ética en 4º de ESO, una materia que se queda fuera para incluir una nueva versión de la Educación para la Ciudadanía de Zapatero, Valores Cívicos y Éticos. ¿Acaso los valores cívicos no son éticos? Tomo prestada la reflexión que ayer hizo el decano Antonio Notario muy preocupado por el trato vejatorio que sufre la Filosofía.
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Una lástima, pero el nuevo modelo de Educación de Pilar Alegría va más allá. Ya no habrá notas numéricas. No sé si pedagógicamente es adecuado, pero el sentido común me dice que es mucho más objetivo un número que permita saber si el notable de un alumno está rozando el nueve o es un 7 raspado y que esa calificación le motive a mejorar la siguiente evaluación. Y lo que no puedo entender es que desaparezcan por completo los exámenes de recuperación y sea el claustro de profesores el que decida si un alumno con suspensos pasa de curso o no. En buena medida esto ya sucede y es injusto. Un alumno que en tercero de Primaria no sabe dividir ¿puede pasar de curso? No debería hacerlo, pero sucede y se repite en todas las etapas educativas. Ahí está el problema, no se puede luchar contra el fracaso escolar tratando de esconder la realidad con nuevos modelos en los que todo vale en detrimento de la cultura del esfuerzo.
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