El agricultor salmantino que salva la vida a los animales del ‘filo de la guadaña’

Desde lo alto de la cosechadora se ve todo, dicen los que durante estos días de cosecha no se bajan de ella. Especialmente están atentos a las piedras y a los animales que pueden atrapar porque lleven cobijados meses dentro del cereal. José Antonio Blázquez, de Tordillos y que durante estos días se dedica a cosechar sobre todo en la comarca de Peñaranda, es especialmente sensible con los nidos. “Si ves uno, lo evitas. Giras un poco para salvarlo porque lleva ahí tiempo y hay que respetarlo”, comenta. “Los agricultores somos los primeros defensores de la naturaleza e igual que hago yo, hacen muchos. Eso es algo que hay que dejar muy claro”, comenta cansado de las críticas a los productores.

Este año, además de los nidos, que nunca faltan, le está sorprendiendo la abundancia de topillos que ha visto en la comarca de Peñaranda al entrar con la cosechadora. “Parecía que apenas había pero cuando metes la máquina ves que ahora mismo hay casi plaga”, advierte.

De la cosecha, dice, quedan apenas 10 días de trigo y una semana para recoger la cebada. “Viene peor de lo esperado el trigo -apunta- como 4.500 kilos por hectárea”. Aclara que en esas tierras una cosecha normal es de 3.000/3.500 kilos/hectárea. Este año apenas hay cosechadoras del sur que compitan con las de aquí porque se solapan las campañas.

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