Berta Domínguez, la médico que se queda sin su plaza MIR por tener tetraplejia
Domínguez quedó tetrapléjica al lanzarse de cabeza a una piscina mientras estudiaba Medicina en la Universidad de Salamanca. Acabó el grado, consiguió aprobar el MIR, pero ahora le niegan la posibilidad de ejercer
Berta Domínguez es experta en superar obstáculos. El 7 de junio de 2017 sufrió un accidente que le cambió la vida. Mientras celebraba el fin de exámenes del grado de la Facultad de Medicina que estudiaba en Salamanca, se tiró de cabeza a la piscina con la mala suerte de que dio con la cabeza en el fondo al resbalarle las manos. Pasó por la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital con un diagnóstico de tetraplejia sobre una silla de ruedas. «La vida anterior ya no existe y no se puede comparar con lo que tenías. Si miras atrás, solo puedes venirte abajo», confesaba a LA GACETA la primera vez que relataba su testimonio hace 4 años.
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Nunca se vino abajo. Continuó estudiando mientras continuaba la rehabilitación en el Hospitalde Parapléjicos de Toledo. Entre medidas para fortalecer el tronco muscular y los brazos con el objetivo de ser lo más independiente posible. El reto era recuperar la autonomía y la independencia para las cosas básicas mientras seguía estudiando su grado de Medicina. Su sueño era seguir los pasos de su padre como cirujano y evocar aquel momento en el que le llegó la vocación tras observar cómo operaba un tumor durante 6 horas.
Tras mucho esfuerzo consiguió graduarse en la Universidad de Salamanca y posteriormente pasó a estudiar el MIR y sacar la plaza. Sin embargo, quedaba la última barrera: ejercer como médica. «Me han dicho que no soy apta después de todo el trabajo de superación que he realizado, sin reconocer el mérito y sobre todo sin saber si podía o no ejercer», reconoce. En la actualidad, vive en Madrid donde desarrolla su terapia y gracias a la rehabilitación ha conseguido ser cada vez más independiente. El 21 de enero de este año se presentó al MIR tras un esfuerzo increíble de superación. «Durante el tiempo de estudio lo he pasado muy mal, ya que tenía incluso espasmos».
En el momento de la presentación de la documentación del MIR ella presentó su documentación que le acreditaba con un 89% de discapacidad, así como todas las adaptaciones para la realización del examen. Obtuvo una plaza de Medicina Familiar y Comunitaria en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. «Acepté la plaza y empecé a reunir todos los papeles necesarios para la incorporación». Firmó el contrato en la unidad docente, consciente de que otras personas en su misma situación podían hacer la residencia ya que había la posibilidad de adaptar sus puestos de trabajo. El problema se lo encontró en el examen de riesgos laborales donde ya percibió sospechas de que algo no iba bien. «Yo estaba con la mosca detrás de la oreja porque tras observar los informes la doctora ya me trasladó que podía ser que no fuera apta para el trabajo». Sin embargo, no se hizo ninguna prueba adaptada a esta especialidad. «Puedo hacer una exploración normal con un otoscopio y ver un oído. El diagnóstico se me puede dar mejor que a otro médico. Nadie me dio un estetoscopio para saber si podía realizar una exploración o no»,.
El día antes de empezar su relación laboral con el 12 de Octubre recibe una llamada en la que se le declara «no apta». «Mi contrato laboral quedaba automáticamente roto». No se lo creía tras muchos años de esfuerzo. «Se han centrado en todo lo que creen que no puedo hacer, pero nadie me ha preguntado lo que sí puedo hacer y lo que he tenido que superar para llegar hasta este punto», reconoce Domínguez.
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El «bofetón» de realidad que recibió le hundió como no lo había hecho desde que sufrió el accidente. «He tenido espasmos, ansiedad... que venga alguien que no me conoce de nada a decir qué no puede hacer me sentó fatal y me he quedado con muchísima rabia», reconoce. Del mismo modo, lamenta que ni en el examen ni en la unidad de docencia le pusieron ningún problema sobre su 89% de discapacidad. «Yo no lo puedo ocultar de ninguna manera», reconoce. A partir de ese momento, Berta comenzó a movilizarse a nivel nacional para cambiar lo que, a su juicio, es una «tremenda injusticia». Todo su entorno médico le había trasladado que sería una buena facultativa y que no habría problema para realizar las adaptaciones, ya que conoce médicos que se encuentran en su misma situación.
¿Cómo está la situación actual? «Actualmente, la Comisión Nacional de Medicina Preventiva y Salud Pública tiene el control porque solicité un cambio de especialidad cuando me dijeron que no era apta. Sin embargo, ni siquiera se plantearon adaptar un puesto para mí. Me dijeron que todas las vacantes estaban ocupadas y que la única disponible era en Medicina Preventiva y Salud Pública». La médica solo puede expresar su frustración aunque muestra su deseo de que esta pelea derive en un cambio de las normas. Ha encontrado el apoyo de médicos de toda España y un movimiento a través de las redes sociales con el hastag #UnaPlazaBerta. Aunque ella señala que la plaza ya es suya y debería ser #LaPlazaDeBerta. «Lo que más me duele es que alguien se tome la libertad de decir que no puedo hacer algo».
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