Ni matrimonio, ni débito conyugal

Viernes, 26 de julio 2019, 05:00

Confieso que me las prometía muy felices a la espera de comprobar la forma y número de veces en las que Pedro Sánchez, en nombre ... del PSOE, y Pablo Iglesias, en representación de Podemos, iban a cumplir con el débito conyugal. Pero, mi gozo, en un pozo. De momento, no ha habido matrimonio, no se han dado el sí, y, por lo tanto, tampoco se ha producido la consumación del mismo y no habrá débito conyugal. Puede que a muchos y muchas, esto del débito conyugal les suene a una especie de “cochinada”. Nada más lejos de la realidad. Si nos atenemos a lo que dice el Diccionario de la RAE, se trata “en el matrimonio canónico, de la obligación que tienen los cónyuges de unirse sexualmente en virtud del amor mutuo para engendrar los hijos que han de educar”. Es decir, como está bendecido por la Santa Madre Iglesia, no hay “cochinada” de por medio, sino tarea encaminada a engendrar los hijos, como no podía ser de otra manera en este día que celebramos Santa Ana.

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Y ahí está el “quid” de la cuestión, en lo de engendrar los hijos. Si Sánchez e Iglesias se hubiesen dado el sí quiero y consumado su unión, después habría llegado el momento del débito conyugal para concebir hijos en forma de acuerdos del Consejo de Ministros, de Decretos Leyes o de Proyectos de Ley para las Cortes. Y se me antoja que todo eso habría sido más que complicado. Ya me imagino a Pedro negando a Pablo un nombramiento en un Ministerio con un “cariño, hoy no, que tengo jaqueca”. O a Pablo oponiéndose a respaldar un acuerdo que sus correligionarios catalanes podrían considerar lesivo para sus intereses con una frase del tipo “ay ‘mivi’, déjalo para otro día que vengo agotado”. En resumen, que el problema no estaba solamente en que ambos contrajesen matrimonio en representación de sus respectivos grupos políticos, porque ese era solamente el primer paso del proceso.

El gran problema hubiese llegado en el momento de la convivencia y del cumplimiento del débito conyugal en el número de veces que fuese necesario para conseguir un gobierno eficaz, que no son pocas. Ejemplo: ¿cómo habrían llevado los miembros de Podemos el acompañar a los Reyes como ministros de Jornada un día cualquiera a un acto público, cuando son republicanos convictos y confesos? Otro más: cuándo un asunto llegase a la mesa del Consejo y no se alcanzase un acuerdo entre los ministros de uno y otro signo, ¿quién iba a decidir? Se supone que el presidente, que sería Sánchez. Y así un día tras otro de convivencia y de cumplimiento del débito conyugal. Agotador, agotador y tres veces agotador, por mucho que el poder una.

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