La verdad es que no daba crédito a lo que veían mis ojos: el hornazo figuraba en la reducida carta de un restaurante situado en ... las antípodas de Salamanca. Sucedió el fin de semana pasado durante mi reciente visita a Nueva Zelanda, en concreto en Wellington, la capital de este país, que está situada prácticamente en las antípodas de nuestra provincia, ya que el punto habitado más alejado de la citada ciudad es justamente el pueblo vallisoletano de Alaejos. Allí, una enamorada de la cocina española y de las tapas, que es la copropietaria del hotel en el que me hospedé por casualidad y que cuenta con un pequeño restaurante, ya que no llega a las diez mesas, decidió elaborar una mini carta en la que figura “el hornazo al estilo kiwi”, que es como se llaman popularmente los neozelandeses a sí mismos. Por supuesto que un purista hubiese puesto el grito en el cielo al comprobar en lo que consistía esa tapa. Muy poco que ver con nuestro tradicional hornazo, ya que era más bien una especie de empanada rellena con carne de cordero, el producto nacional de allí, desmenuzada y acompañada de pimiento. La verdad es que estaba buena y su precio era más que asequible teniendo en cuenta que el coste de la vida es muy elevado: la tapa, generosa eso sí, andaba por los 2,5 euros. Había más presencia relacionada con España ya que se podían degustar, a su estilo, las patatas bravas, croquetas, aceitunas o un plato compuesto por chorizo y jamón serrano.
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Hace ilusión encontrarse con esa sorpresa a casi 20.000 kilómetros de distancia en línea recta de Salamanca, la cuna del hornazo, aunque su elaboración no sea muy ortodoxa, de acuerdo con los cánones que rigen aquí. Resulta lógico, por otro lado, que hayan adaptado la receta a su sector ganadero más emblemático, como es el de ovino y la carne de cordero, ya que el porcino, aunque existe, no tiene mucha presencia. El ovino es herencia en gran parte de los animales de raza merina extremeña que llevaron allí los colonizadores británicos, aunque dada la evolución, el parecido entre el merino de aquí y el de allí sea hoy escaso. Eso sí, el merino es un símbolo del país, que se refleja en los textiles elaborados con este tipo de lana, que venden a precio de oro. Si en algo se caracterizan los neozelandeses es justamente por prestar mucha atención a las técnicas de venta, asunto en el que nos dan muchas vueltas. En España, incluida Salamanca, elaboramos productos agroalimentarios de primera calidad, pero luego fallamos, con carácter general, en su comercialización, a la que no prestamos toda la atención que debiéramos. Para aprender.
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