Recuerdos deportivos del Botánico
Sobre un solar que fue jardín con fines docentes, la Universidad levantó a mediados del s. XX su primer complejo deportivo. Pero el nombre se lo terminaron apropiando las pistas de atletismo construidas a cien metros
Para varias generaciones de salmantinos, hablar de 'el Botánico' no evoca, curiosamente, nada relacionado con plantas y flores tropicales en un jardín. La referencia de este nombre remite directamente a las instalaciones deportivas de la Universidad, que forjaron en la segunda mitad del siglo pasado a grandes atletas como José Luis Sánchez Paraíso o Rosa Colorado. Fueron años de carreras, saltos y lanzamientos, con las torres de la Catedral como testigos y sobre los cimientos de templos y edificios históricos. Curiosamente, las viejas piedras ganaron la pugna, y de las instalaciones deportivas ya no queda rastro.
La historia comienza con el catedrático de Agricultura de Segunda Enseñanza Pedro Julián Rubio, quien tuvo la idea, a mediados del s. XIX, de hacer un jardín botánico como complemento para sus clases teóricas sobre el terreno que ocupó el Colegio San Pelayo. Sin embargo, en 1868 se extinguieron sus enseñanzas y el jardín quedó abandonado.
Décadas después, en 1944, un decreto del nuevo régimen que implantaba la educación física para los universitarios llevó a la institución, que entonces presidía el rectorEsteban Madruga, a construir allí un complejo deportivo, que fue inaugurado el 6 de mayo de 1951. Tenía gimnasio, cancha de baloncesto con suelo de polvo de ladrillo, foso de saltos y frontón con pista de cemento que permitía la práctica de varios deportes. El impulsor del proyecto fue el comandante de las Milicias UniversitariasIgnacio Garrido.
El tiempo desapacible deslució la jornada, pero Salamanca celebró la apertura de sus primeras instalaciones deportivas con un partido de baloncesto entre los equipos del SEU y el Helmántico, que ganaron estos últimos por el 'escandaloso' tanteo de 19-18. Hubo baloncesto femenino, un partido de pala corta y un intento del campeón nacional universitario de salto de altura, Ramón Sordo del Molino, de batir el récord nacional. No pasó de 1,79 m y se quejó de la pista.
Los lectores más veteranos recordarán la vistosa fachada de estilo griego del gimnasio, con columnas y frontón. Con los años, las instalaciones fueron objeto de reformas: la pista de baloncesto dejó paso a una de tenis y se redujo el graderío del frontón, al que después se le instaló un techo que recibiría críticas por alterar la vista del conjunto monumental.
En años posteriores, la zona deportiva se extendió al solar donde, al otro lado del Colegio San Bartolomé, estuvieron hasta la 'francesada' la iglesia de San Agustín y el Colegio de Cuenca, y posteriormente, tras las excavaciones en la iglesia que recuperaron los restos de Fray Luis de León, se instalaría la fábrica de luz de Carlos Luna. Sobre ese terreno tan histórico se construyeron las pistas de atletismo alrededor del campo de fútbol donde disputaba sus partidos el Oliva Fútbol Club y donde se jugaron, recuerda Santiago Juanes, los primeros choques de rugby universitario. Es lo que recordamos como 'el Botánico', aunque en realidad estaba a 100 metros del jardín original: un curioso caso de metonimia urbanística.
En 1967, una visita del entonces delegado nacional de Educación Física y Deportes, Juan Antonio Samaranch, futuro presidente del COI, impulsó la creación de la nueva zona deportiva de Salas Bajas. El recinto deportivo del original Botánico quedó sin uso y, en su lugar, se levantó a principios de los 90 la actual Facultad de Geografía e Historia. Con el fin de siglo, el recinto de atletismo que heredó el nombre fue clausurado, se construyó el parking subterráneo y se proyectó una gran Biblioteca de Humanidades que iba a diseñar el prestigioso arquitecto luso Álvaro Siza. Sin embargo, y tras un largo litigio administrativo, las reclamaciones de colectivos que alegaban la necesidad de preservar los restos arqueológicos frustraron el plan.
1860: El efímero jardín botánico de la Universidad
Junto a la antigua iglesia de San Pelayo, que se encontraba en la actual esquina de la calle Rabanal con Cervantes, el arzobispo de Sevilla e Inquisidor GeneralFernando de Valdés fundó en 1566 el Colegio de San Pelayo, también conocido como Los Verdes, por el color del manto y la beca de sus colegiales. Todo el conjunto fue destruido durante la ocupación francesa.
Hacia 1860, la Universidad de Salamanca escogió este lugar para instalar un jardín botánico vinculado a la cátedra de Historia Natural. Duró poco como tal, apenas una década, pero la zona verde fue lugar de esparcimiento para los estudiantes y, a finales de la década de 1940, la Universidad erigió allí las instalaciones deportivas que heredarían su nombre: el Botánico.